Llevamos días rozando los 40º en media España… ¡y lo que nos queda! Parecía que no iba a llegar, pero el verano está pegando con fuerza. Precisamente en estos días en los que las temperaturas se disparan, hay que recurrir al sentido común. Pues el calor puede conllevar consecuencias serias para nuestra salud, como pueden ser el golpe de calor y las insolaciones.
Golpe de calor e insolación. Tanto las insolaciones como los golpes de calor son problemas serios, que tienen su origen en una dificultad de adaptación del organismo a una circunstancia ambiental, como es el calor extremo. Pero mientras que en la insolación existe el antecedente de una exposición prolongada al sol y se acompaña de graves alteraciones cutáneas, en el golpe de calor no es indispensable haber estado expuesto al sol y, por lo tanto, estas manifestaciones externas no se presentan, aunque sí aparecen todos los demás síntomas de la insolación.
Tanto ésta como el golpe de calor aparecen cuando los mecanismos orgánicos para regular la temperatura corporal, sobre todo la sudoración, no son capaces de contrarrestar el calor ambiental. Es lógico, por lo tanto, que ambas situaciones se den con más frecuencia en verano, en entornos cálidos y húmedos, afectando más intensamente a niños y ancianos.
¿Cómo se manifiestan? Los síntomas, tanto de la insolación como del golpe de calor, son muy parecidos. La hipertermia, manifestación más llamativa, se mantiene alrededor de los 40ºC a lo largo de todo el proceso, dando lugar a sequedad de piel y taquicardia. Aparecen dolor de cabeza, sensación de mareo, vértigo, náuseas y dolor abdominal. Si no se trata y el cuadro progresa, también se pueden sufrir falta de tono muscular, convulsiones, pérdida de consciencia e, incluso, en los casos más graves, acabar en estado de coma.
Más vale prevenir. La prevención es el arma más eficaz para luchar contra la insolación y el golpe de calor. Para ello, en verano la ropa ha de ser ligera y transpirable. Además no debemos olvidar protegernos del sol con un sombrero y permanecer en lugares frescos y que, a ser posible, estén en penumbra. También es fundamental la toma frecuente de agua o de bebidas isotónicas para mantener un buen estado de hidratación.
Y si se produce, ¿qué se debe hacer?
-Hay que colocar al paciente en un ambiente oscuro y fresco.
-Intentar bajarle la temperatura del cuerpo, mediante un baño de agua fría, paños mojados...
-Situarlo en una habitación refrigerada.
-Es conveniente desplazar al afectado rápidamente a un servicio de urgencias, preferiblemente de un hospital.