Son una de las modas de nuestro tiempo. Sobre todo los más jóvenes se apuntan a las últimas tendencias y no son pocos los que deciden hacerse un piercing en algún lugar de su cuerpo. Tal y como comenta la Dra. María José Barba, Especialista en Medicina y Cirugía Estética, en los últimos diez años la práctica del anillado se ha extendido enormemente. Sin embargo, hay que tener una serie de precauciones con estos complementos, pues pueden surgir problemas e, incluso, estar contraindicados en algunos casos.
Aunque lo cierto, según la doctora Barba, es que no existen demasiadas contraindicaciones absolutas, desde el punto de vista médico, los piercings no son recomendables en pacientes con tratamiento con anticoagulantes o que padecen trastornos de la coagulación de la sangre. También en aquellos que tengan tendencia a desarrollar cicatrices queloides, especialmente si desean perforar el cartílago de la oreja. Y por supuesto, las personas que sufren un trastorno de la inmunidad, por la mayor facilidad que tienen de infectarse el piercing.
Mil y una opciones
En principio se pueden practicar en cualquier zona del cuerpo, siempre que no comprometan las funciones vitales. Las más demandadas son la región de la oreja, el tabique de la nariz, la cola de la ceja, la zona del ombligo, los labios y la lengua. Lógicamente, no todas esas localizaciones presentan los mismos riesgos. Por ejemplo, en las orejas, conviene no colgar abalorios demasiado aparatosos para evitar enganchones y desgarros, mientras que, por ejemplo, en los labios estos adornos pueden provocar erosión en las encías que quizás derive en gingivitis y caída de piezas dentales, por citar tan sólo dos ejemplos.
Los pendientes suelen estar hechos de oro o de acero quirúrgico, aunque también se utiliza cada vez más el titanio por tener menor peso, provocar menos rechazo al ser más biocompatible y disponer de más variedad de colores.
Riesgo de desgarro
Tal vez el mayor problema asociado a su uso es el riesgo de desgarro. Algo que no necesariamente sucede a causa de un gran traumatismo o tirón, sino por una infección o reacción alérgica mantenida... Estas roturas accidentales aparecen fundamentalmente en los que se colocan en la lengua, pabellón y lóbulo de las orejas, genitales externos y pezón. Cuando se desgarra el agujero donde se encuentra un piercing, puede perderse parcial o totalmente el tejido blando, e incluso provocarse la necrosis en estructuras profundas como cartílago, tabique nasal, encías...
Aunque, sin duda, el desgarro del lóbulo de la oreja es el más habitual, también es cierto que cada vez está demostrando según la doctora mayor eficacia para su reparación la cirugía de los lóbulos rasgados.
¿Y si se deseas eliminar el orificio del piercing?
A veces, con el paso del tiempo, llega el arrepentimiento que nos lleva a querer eliminar cualquier rastro de un piercing. Generalmente la retirada del mismo provoca el cierre del orificio en un tiempo variable en función de la localización, tamaño, antigüedad, etc. Y si se trata de orificios que con el paso de los años se han agrandado o que no cierran trascurrido un tiempo, es posible también utilizar la cirugía.