Silvia y Magdalena de Sucia comparten la visión de su doble labor como miembro de la Familia Real sueca: poner la corona al servicio de su reino y el corazón al servicio de los más necesitados. Madre e hija hacen uso de su cargo y su influencia para realizar labores de solidaridad por todo el mundo, especialmente, a favor de los niños. Precisamente, su compromiso con los más desfavorecidos las ha vuelto a reunir en Washington. La reina Silvia y su hija menor acudieron anoche en un hotel de la ciudad estadounidense a una cena de gala organizada por la Mentor Foundation International, una ONG que trabaja para prevenir el uso de drogas en niños y jóvenes, en la que coincidieron con los Príncipes saudís, Al Walid bin Talal Abdulaziz Al Saud y Sora, así como con algunas autoridades locales.
La Mentor Foundation Internacional organiza desde el miércoles hasta hoy una reunión en Washington, a la que ha acudido la Reina, en su calidad de fundadora y presidenta de la ONG World Childhood Foundation. Silvia de Suecia estuvo ya el miércoles en una cena en casa del embajador sueco en Washington, Jonas Hafström. Al día siguiente, visitó la escuela César Chávez de Políticas Públicas, donde tuvo la oportunidad de conocer a los alumnos y a sus mentores, según informó la Casa Real sueca en un comunicado. Luego, participó en una mesa redonda en la que intervinieron especialistas sobre la prevención contra el uso de drogas y en otro acto organizado por la Mentor Foundation International orientado al futuro laboral de los jóvenes. Por la noche, a la reina Silvia se le unió la princesa Magdalena, que reside desde hace dos años en Nueva York, donde trabaja para la fundación de su madre. Madre e hija se reencontraron apenas unos pocos días después de haber coincidido en Estocolmo, donde como es tradición, la Familia Real sueca al completo estuvo presente en la apertura del curso parlamentario.
A la princesa Magdalena no le agrada estar permanentemente en el punto de mira, pero el punto de mira desde luego la adora. De manera que la bella princesa escandinava volvió a convertirse una vez más, cómo no podía ser de otra forma, en la reina de la fiesta con un favorecedor vestido verde con escote en V de encaje. También la reina Silvia, radiante con un vestido drapeado blanco con estampado floral en gris, hizo sombra por su distinción y elegancia. Un cóctel perfecto de belleza interior y exterior.