Las penas de 2010 le quedan ya muy lejos. La princesa Magdalena ha entrado en 2011 con muy buen pie. Con el derecho en todos los aspectos. Y es que tanto en lo personal como en lo profesional la hija menor de los reyes Carlos Gustavo y Silvia tiene razones para sonreír. Después de un periodo razonable de cura de las heridas del corazón por su repentina ruptura con su ex novio y ex prometido, Jonas Bergström, la princesa sueca ha encontrado de nuevo el amor con Christopher O’Neill, un corredor de bolsa estadounidense de 35 años procedente de una familia acomodada. Ambos se conocieron por amigos comunes la pasada primavera en Nueva York, la ciudad donde la princesa Magdalena ha comenzado una nueva vida.
Una más anónima y, también, una muy feliz, gracias en gran medida a su entera dedicación a su vocación humanitaria. Precisamente su compromiso con la Fundación Mundial de la Infancia (WCF), la organización fundada y presidida por su madre, la reina Silvia, la llevó el pasado martes a la sede central de la ONU en Nueva York para participar en un seminario sobre cuestiones relacionadas con las mujeres. Junto a ella estuvo la ministra de Igualdad sueca, Nyamko Sabuni, que dirige la delegación sueca dentro de la comisión para las mujeres de las Naciones Unidas. Pero su agenda de trabajo está llena de citas filantrópicas. Se encuentra desde ayer en Texas realizando un proyecto para la ONG para la que trabaja, y a principios de marzo realizará otra visita similar a la ciudad de Minneapolis. Compromisos que ejercerá con enorme interés y la mejor de sus sonrisas. La de una mujer plena.
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