Fiesta redonda para un número redondo: 30 años. Carlos Felipe de Suecia, uno de los Príncipes más apuestos de las Cortes Reales de Europa y que cualquier Princesa, cualquier noble y cualquier chica de a pie suspiraría por sus huesos (o, en su caso, sangre azul), llega a la treintena soltero y sin compromiso. Estrena nueva década con importantes cambios en su vida personal -rompió el pasado mes de marzo una relación de casi diez años con Emma Pernald, para alegría de muchas- y con las ganas de siempre de celebrar por todo lo alto la llegada de un nuevo año.
Así ha sido. Un día muy completo con infinidad de felicitaciones, regalos, y versiones de cumpleaños feliz, desde que se abrieron a las 13:00 horas en punto las puertas del Palacio Real de Estocolmo, que dan a la plaza interior, y el Príncipe apareció ante sus conciudadanos, seguido por sus padres, los reyes Carlos XVI Gustavo y Silvia, y sus hermanas, la princesa heredera Victoria y la princesa Magdalena. Rosas, canciones y dibujos fueron algunos de los obsequios que el príncipe Carlos Felipe recibió con motivo de su trigésimo cumpleaños.
El príncipe Carlos Felipe se mostró sonriente durante el acto, en el que disfrutó de las piezas interpretadas en su honor por la Banda de Música del Ejército y saludó con gran simpatía a los cientos de personas que se congregaron para felicitarlo. Todas las canciones que sonaron tenían de alguna manera relación con el homenajeado. Así, por ejemplo, en el repertorio figuró Ack Värmeland du sköna (Oh, Värmeland, tú, hermosa), debido a que el príncipe Carlos Felipe es Duque de esa provincia sueca. El Príncipe recogió personalmente los regalos traídos por algunos de sus conciudadanos, dio las gracias y se retiró de nuevo a palacio para continuar con la celebración familiar de su cumpleaños. Y no hay dos sin tres. Le espera una tercera con amigos.