Aquellos a los que les gustaría ver por un agujerito a Reyes y Príncipes en su vida familiar tienen la oportunidad de cumplir su deseo al menos una vez al año. El palco real de Holmenkollen se convierte puntualmente por estas fechas con ocasión del tradicional Festival de Esquí en esa ventana a la intimidad de la Familia Real noruega. Nuestro fiel confidente de sus confidencias, sus caricias, sus besos, sus abrazos apretados.
Como siempre la tribuna real ha vuelto a acaparar todas las miradas y una vez más ha hecho las delicias de los mirones. Y es que los reyes Harald y Sonia, la princesa Mette-Marit (en esta ocasión no había señales del príncipe Haakon) y sus hijos pequeños, los príncipes Ingrid Alexandra y Sverre, grandes aficionados al deporte blanco, se encontraban como en casa y protagonizaron tiernas estampas familiares ajenos al mundo.
Los dos hermanos, ambos abrigados con plumíferos y gorros, desayunaron los ricos dulces que allí se servían mientras seguían el desarrollo de la competición y, entre prueba y prueba, prodigaban muestras de cariño a sus seres queridos. Y viceversa. La princesa Mette-Marit mostró su imagen más cálida y maternal con su hijo pequeño al que cogió en sus brazos durante gran parte de la competición, así como con la princesa Ingrid Alexandra, que también estuvo muy pendiente de su perro Milli Kakao, otro de los asistentes. Tampoco faltó en esta ocasión la alegría por los triunfos de su equipo.