Dos atentados sin precedentes. Un país conmocionado por la tragedia y muchas preguntas sin respuesta. Así amanecía Noruega tras vivir uno de los peores días de su historia. Tras una primera explosión de un coche bomba en las inmediaciones del Gobierno de Oslo que se saldó con al menos ocho fallecidos, el pánico volvió a apoderarseen la población tras un tiroteo durante una reunión que mantenían cientos de jóvenes del Partido Laborista en la isla de Utoya. Vestido de policía para no hacer saltar las alarmas, el principal sospechoso del ataque, Anders Behring Breivik, de nacionalidad noruega y calificado por la policía de "fundamentalista cristiano" con ideología derechista, comenzó a disparar y terminó con la vida de 90 personas, una cifra que no deja de aumentar en las últimas horas según las últimas informaciones de las fuentes oficiales del país.
La situación no podía ser más desoladora y por ello, la Familia Real noruega ha viajado hasta la localidad de Sundvollen, al noroeste de Oslo, para mostrar su apoyo a los supervivientes del doble atentado y dar el pésame a los familiares de las víctimas. Con rostro serio y emocionados por la situación que vive su país, los reyes Harald y Sonia y el príncipe Haakon, que en esta ocasión no acudió con su mujer, la princesa Mette-Marit, estuvieron acompañados por el primer ministro noruego, Jens Stoltenberg, que ayer no sufrió daño alguno gracias a que no se encontraba en su oficina en el momento de la explosión. "Ahora somos un país de luto al lado de los familiares de las víctimas", aseguró el jefe de Gobierno visiblemente conmocionado. "Conocía personalmente a algunas de las víctimas. El mundo entero está pensando en ellas", concluyó. Por su parte, el monarca noruego también quiso enviar un mensaje de esperanza a todos los ciudadanos: "La libertad es más fuerte que el miedo".
Sin duda, uno de los testimonios más desgarradores ha sido el de Adrian Pracon, de 21 años, que fue testigo de la matanza en la isla de Utoya y que ha narrado cómo logró sobrevivir haciéndose el muerto. "La gente caía muerta delante de mí. Corrí por el campamento hacia el área de las tiendas de campaña y vi al hombre armado. Dos personas empezaron a hablarle y dos segundos después estaban muertas. Él llevaba un uniforme negro con bordes rojos. Parecía nazi, con un uniforme que parecía de Policía", declaró Pracon desde la camilla del hospital donde se recupera de lo sucedido.
Si por la mañana eran los reyes y Haakon de Noruega los que quisieron acompañar a los supervivientes y a los familiares de las víctimas del doble atentado, por la tarde el príncipe heredero acudió acompañado por Mette-Marit, y sus hijos, la princesa Ingrid Alexandra y el príncipe Sverre Magnus, y Marius, hijo de una relación anterior de la princesa, a un emotivo homenaje que tuvo lugar en los alrededores de la catedral de Oslo. Los pequeños, muy sorprendidos por todo lo que había pasado, encendieron velas en memoria de los fallecidos mientras sus padres daban el pésame a los familiares y se interesaban por el estado de algunos de los supervivientes. La que se mostró más afectada fue sin duda la princesa Mette-Marit que no pudo contener las lágrimas y rompió a llorar por la tragedia que ha vivido su país.