Michael Wittstock, el padre de Charlene de Mónaco: 'Es increíble! Nuestros nietos llegan 'fast and furius'. Cuatro en un año'
"Ya he abierto una libreta de ahorros para mis nietos mayores. Los hijos de mi hija también tendrán la suya, con la misma cantidad. A ellos seguro que no les hará falta, pero sabrán que los traté en igualdad", declara el abuelo de los gemelos
Crece el nerviosismo ante la cuenta atrás de unas pocas semanas para la llegada al mundo de los gemelos de Alberto y Charlene de Mónaco. Mientras llega el ansiado día del nacimiento de sus nietos, el padre de la Princesa, Michael Wittstock, se interesa constantemente por su estado. Hace semanas se trasladó al pequeño gran Principado por motivos de trabajo -organizar un torneo de boxeo lleno de color-, un viaje que seguro aprovechó para dar mimos a la futura mamá. Durante su breve estancia, concedió una entrevista a la publicación francesa de realeza Point de vue en la que además de su pasión por este deporte, habló de su nueva vida como abuelo.
La familia de la Princesa vive en Sudáfrica, en Benoni, a las afueras de Johannesburgo, pero les encanta el Principado, donde ya han hecho amigos, donde disfrutan de su forma de vida mucho más relajada que en Sudáfrica y donde han pasado los más gratos momentos, especialmente en el día de la boda de su hija, que vive ahora su embarazo alejada del mundanal ruido tras los muros de la fortaleza de los Grimaldi.
Aquel gran día el padre de la Princesa tenía un papel estelar como padrino de la novia ante las Cortes Reales del mundo entero. Y durante el banquete nupcial, en el que compartió mesa y conversación con la Reina de Bélgica, tuvo el honor y también la enorme responsabilidad de pronunciar el discurso de enhorabuena a la pareja. Tras recibir las palabras de buena suerte del Rey de Lesotho, deseó lo mejor a los novios delante de 800 personas. Intervención, que al parecer gustó mucho al príncipe Alberto y que concluyó agradeciendo en lengias zulú y afrikáans y, por consejo de uno de los hijos de la princesa Carolina, con la divisa de Mónaco, Deo Juvante, que significa Con la ayuda de Dios.
La tierra tira, pero por supuesto su hija, también. Siempre que pueden hacen hueco para visitar a la Princesa en el Principado, aunque eso signifique que tengan que relevarse debido a sus numerosos compromisos en su país. Lo cierto es que estas idas y venidas parece que no han hecho más que empezar, ya que “la familia crece ¡a marchas forzadas!”: “Nuestro hijo Sean, que vive en Sudáfrica, es padre de un niño de 10 meses y ayer fue el primer cumpleaños de nuestra nieta, y hay otros dos apunto de nacer, ¡como ustedes bien saben! ¡Es increíble! Nuestros nietos llegan fast and furius. Cuatro en un año”.
El nacimiento de los Príncipes se acerca y toda la familia está preparándose para darles una grata bienvenida a los más pequeños, aunque el padre de la Princesa comenta que tendrá que esperar su turno, ya que ha querido ceder el privilegio de conocer en primer lugar a los pequeños a su mujer. Así que, no por falta de ganas, Michael Wittstock permanecerá en el hogar familiar en Sudáfrica los primeros días y después, cuando los bebés puedan entreabrir los ojos, irá a verles.
Aunque estos niños tendrán un estatus particular, el corazón de un abuelo no hace distingos. Tampoco el de padre como subraya en la entrevista al recordar que igual que despertaba todas las mañanas a las 4:30 a la princesa Charlene cuando era pequeña para llevarla al entrenamiento de natación, se esforzaba en acompañar también a sus hermanos pequeños cuando jugaban al fútbol. A sus ojos no habrá pues ninguna diferencia entre este nacimiento y el de sus otros nietos: “Respetaré todo lo que exija el protocolo, mi hija lo sabe, pero el resto del tiempo serán tratados como sus primos. Ya he abierto una libreta de ahorros para los mayores. Los hijos de mi hija también tendrán la suya, con la misma cantidad. A ellos seguro que no les hará falta, pero sabrán que los traté en igualdad”.