La boda blanca de Andrea Casiraghi y Tatiana Santo Domingo
Como una princesa de las nieves, con una capa con capucha ribeteada de piel y la tiara Fringe de Mónaco, la novia llegó al antiguo convento de Rougemont para su segundo 'sí quiero'
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Era su gran ilusión una boda blanca ante el altar en su amada Gstaad. Por eso, cinco meses después de su enlace civil en el Principado de Mónaco, Andrea Casiraghi y Tatiana Santo Domingo, una de las parejas reales más discretas del panorama europeo, se han dado hoy su segundo sí, quiero ante unos 300 invitados en este idílico paisaje nevado de los Alpes y han vuelto a prometerse amor eterno, esta vez ante Dios, en el antiguo convento de Rougemont, el único de la comarca. Una joya del arte románico (siglo XI) construida por los monjes de Cluny.
Más que su boda era su sueño. Y así lo han dejado patente los cuidados detalles hasta el extremo, la transformación de Tatiana en princesa de hadas y la recreación estética de unas nupcias de cuento invernal con enorme nevada incluida. La ceremonia religiosa se ha celebrado en la preciosa capilla dedicada a San Nicolás de Myra, iluminada con cientos de velas y decorada con flores blancas procedentes de París. Hasta allí muchos de los invitados -ellas vestidas de noche y ellos de esmoquin- han llegado a pie y han recorrido cobijados bajo paraguas negros el pequeño camino de entrada a la iglesia, cubierto con una alfombra.
Pero los novios y la familia lo han hecho en coche para resguardarse de las precipitaciones, de enormes copos primero y de fina lluvia después. Andrea Casiraghi, vestido de frac, irrumpió en el templo del brazo de su madre la princesa Carolina, que vuelve a ejercer como elegantísima madrina, y seguido por sus hermanos: Carlota, que ha viajado con su bebé a Suiza, llegaba con el príncipe Alberto y luciendo un recogido con raya al lado; Pierre, junto a su novia, la condesa Beatrice Borromeo, que fue la única de la familia que se acercó al templo caminando, y la pequeña de la familia, la princesa Alejandra de Hannover.
Tampoco se ha perdido este segundo sí quiero Daphne, el perro Boston terrier de la pareja, que se convirtió en protagonista de su primer enlace con una corona de flores, y que en esta ocasión también se ha vestido de boda con un collar de flores, idéntico a la corona que lleva la damita de honor que le conduce (o le persigue) hasta la iglesia.
Al repique de las campanas de la torre del reloj, la novia ha revelado el secreto mejor guardado de toda boda. Tatiana, blanca y radiante con una capa con capucha ribeteada en piel y un majestuoso moño coronado con la tiara Fringe de Mónaco, ha entrado en el templo como una auténtica novia de las nieves acompañada por su hermano Julio Mario Santo Domingo, vestido de frac como el novio. Una vez reunidos los contrayentes ante el altar, ha dado comienzo la romántica celebración, oficiada en francés, que ha durado cerca de la hora.
Han sido excepcionales testigos de la marcha nupcial de entrada de la novia, de los tradicionales ritos de los anillos y de los votos, del beso de los novios, del Ave María de Schubert entonada por el órgano más antiguo del cantón y de la marcha nupcial de salida de los flamantes recién casados sus familiares y sus amigos como Margherita y Angela Missoni, Bianca Brandolini, Eugenie Niarchos, Alex Dellal, exnovio de Carlota Casiraghi, que ha acudido con su madre, Andrea; su pareja, la modelo Elisa Sednaoui, y su hijo; Noor Fares, Corso Serra di Cassano, Cedric Notz, los príncipes Pierre y Silvia d’Arenberg, Blanca Brillenburg, el diseñador Valentino, el fotógrafo Mario Testino…
También se encontraban entre sus privilegiados invitados las españolas Alejandra Rojas, hija de los Condes de Montarco, y la actriz Macarena Gómez, que ha lucido para el feliz acontecimiento un vestido de pedrería de Lorenzo Caprile con un bolero en zorro rojo de Miguel Marinero, junto a su marido, Aldo Comas, íntimo del novio.
Tras la lluvia de arroz y de felicitaciones, los recién casados y los invitados se han dirigido al impresionante hotel Palace para el banquete de bodas: una fiesta blindada con baile. Julio Mario III, talentoso DJ en Nueva York, además de hermano de la novia, fue el encargado de elegir la música y, a juzgar por las imágenes publicadas en sus respectivas cuentas personales de Instagram los invitados, hizo de la noche de bodas una noche de lo más divertida.
"No me lo he pasado tan bien en una boda como en ésta", escribió Elisabeth von Thurn und Taxis, hija de Gloria von Thurn un Taxis, viuda del Príncipe de Thurn und Taxis, conocida como la "Princesa Punk". Además, gracias a ella supimos que los novios regalaron a sus invitadas unas cómodas bailarinas para aguantar hasta altas horas de la madrugada: "Gracias a Dios por estas bailarinas de Louboutin". También compartió instantáneas de la velada Fabiola Beracasa, como una en la que aparece posando con un precioso vestido rojo al lado de su marido Jason Beckman: "Una noche divertida, hermosa y llena de amor".