No faltan nunca al Festival Internacional de Circo de Montecarlo, y mucho menos a la última función con la tradicional entrega de premios. La 37ª edición de este certamen tocaba a su fin y, como no podía ser de otra manera, los Grimaldi volvieron a sentarse en el patio de butacas de la célebre carpa para vivir como niños otra vez (y por última este año) la magia del circo y para premiar la profesionalidad de los artistas de este grandioso espectáculo. Alberto y Charlene de Mónaco presidieron la clausura del festival junto a la princesa Estefanía, presidenta honorífica del mismo, y su hija Paulina Ducruet, incondicional también de la cita, y acompañados además por el hijo pequeño de la princesa Carolina, Pierre Casiraghi, único representante en esta ocasión de la familia Casiraghi.
La miradas del público se debatían entre el escenario y la grada que ocupaban los Grimaldi para no perderse detalle de su estilismo. Charlene de Mónaco, que entre función y función se ha dado cita en los desfiles de Alta Costura de París, brilló como las lentejuelas de su conjunto. Lució para la ocasión un vestido de cóctel negro, que combinó con un centelleante sobretodo a tono. Dio el toque de color a su atuendo total black con la última tendencia de maquillaje: sensuales labios rojos. La princesa Estefanía, fiel a su estilo rockero, se decantó por un vestido con hombros descubiertos, que abrigaba a su llegada a las instalaciones con una chaqueta corta más clásica con adornos brillantes, y zapatos abotinados. También Paulina volvió a apostar por el negro para la clausura de la carpa, que otra edición más se ha rendido a su dulzura, simpatía y elegancia.
Si en la inauguración acaparó todos los flashes con un mono negro con escote corazón, cinturón en tonos dorados y una chaqueta negra que resaltaba su tipo, el fin de semana cautivó con un look bicolor, minifalda y chaqueta negra y camiseta y botines en tonos berenjena, y hoy en la última función del festival ha confirmado su poderío con un vestido negro con adornos de plata, que dejaba al descubierto sus piernas de vértigo y que, mezclando estilos, ha combinado con una chaqueta perfecto también negra. Le encanta el color negro (a sus últimas apariciones en este gran espectáculo nos remitimos), aunque en su día a día prefiere los vaqueros y las camisetas básicas. Y siempre acierta. Y es que la bella Paulina, de casi 17 años, lleva en los genes la belleza de las damas de la Familia Principesca de Mónaco y, junto con su prima Carlota, representa la nueva generación del glamour Grimaldi.