Las damas de la Familia Principesca de Mónaco comprometían estos días las miradas a uno y otro lado del globo. Mientras Carlota Casiraghi se convertía en la joya más brillante del Museo Thyssen de Madrid, durante la presentación oficial de El arte de Cartier, una exposición de más de 420 piezas de la Colección Cartier, la princesa Charlene rescataba el encanto de las grandes divas del cine en Nueva York. Si la princesa Grace la hubiera visto, hubiera estado orgullosa de ella. Charlene de Mónaco, enfundada en un vestido blanco tornasolado de satén con cuello halter y maquillada y peinada de fiesta, era la reencarnación del antiguo glamour de Hollywood.
La Princesa se unió al príncipe Alberto en la alfombra roja de los Premios Princesa Grace, que reconocen a los talentos emergentes en el teatro, la danza y el cine. La pareja real estuvo atenta a recibir a algunos de los asistentes VIP, entre los que figuraban el astronauta Buzz Aldrin y la actriz Geena Davis. Un total de 25 premios se entregaron en esta gala en la Gran Manzana a las promesas del mundo artístico, así como las estatuillas de los Premios Princesa Grace que recayeron en el actor de Broadway Patrick Page y en el diseñador de sonido Darron L West. También hubo un reconocimiento especial para Lynn Wyatt, uno de los fideicomisarios de la fundación. Fue otorgado por su servicio, ayuda y dedicación al establecimiento de la Fundación Princesa Grace (Estados Unidos) en 1982 -el mismo año del fallecimiento de la hoy recordada princesa Grace.
Horas antes los príncipes Alberto y Charlene habían sido los invitados de honor de un almuerzo organizado por la fundación. La Princesa, de treinta y cuatro años de edad, lució para la ocasión un vestido rojo ajustado, de manga larga y cuello vuelto, y así de guapa posó para la prensa con algunos de los invitados asistentes como la modelo Karolina Kurkova. Y al igual que Carlota Casiraghi, que aprovechó su viaje a España para ir de compras a conocidas firmas españolas, la pareja real también ha hecho vida durante su visita a la ciudad de los rascacielos. Y, antes de regresar a casa, disfrutaron del otoño en Nueva York.