El Palacio Bellevue se vistió ayer de gala para celebrar una cena en honor a unos invitados de excepción, los príncipes Alberto y Charlene, que se encuentran desde el domingo de viaje oficial en Alemania por primera vez desde que se dieron el 'sí, quiero' hace ya más de un año.
Si por la mañana les vimos relajados y con looks informales disfrutando de un paseo por la emblemática Puerta de Brandeburgo junto al alcalde-gobernador de Berlín, el socialdemócrata Klaus Wowereit, o almorzando a bordo del barco Sanssouci en un recorrido por el río Spree en el que estuvieron acompañados del ministro de Asuntos Exteriores, el liberal Guido Westerwelle, al caer la tarde, los príncipes se pusieron sus mejores galas para ser recibidos por el presidente alemán, Joachim Gauck, y su pareja, la primera dama Daniela Schadt.
Luciendo la mejor de sus sonrisas y una luz especial en la mirada, Charlene causó sensación con un precioso diseño bordado de color crema. Una vez más, demostró que la elegancia no está reñida con la sencillez. Además, rompió con la 'tradición' a la que nos tiene acostumbrados y, a diferencia de otras ocasiones en las que se decanta por los vestidos palabra de honor o escote barco, en esta ocasión la princesa lució un escote en 'V' que combinó con unos sencillos pendientes brillantes.
Distendida, sonriente, relajada... Como venimos comentando, en los últimos meses la actitud de Charlene y su papel como esposa del soberano monegasco ha dado un cambio radical. Ha pasado de ser una princesa 'en prácticas' a una princesa a tiempo completo y sólo hay que verla en sus diferentes apariciones públicas para darse cuenta de que ahora sí, ha llegado su momento.
El objetivo del viaje de Alberto y Charlene, que se hospedan en el Hotel Adlon, a pocos metros de la Puerta de Brandeburgo, no es otro que profundizar las estrechas relaciones entre Alemania y Mónaco, según comunicó previamente la Casa Real monegasca. Este martes, los príncipes continuarán su visita en Stuttgart (al sur de la país).