Carlota Casiraghi y Alex Dellal: amor y estilo en la nieve
La hija de la princesa Carolina y su inseparable novio llevaron el ‘glamour’ del clan Grimaldi a la alfombra blanca
La temporada alta de esquí cosecha cada año regias postales blancas. En esta época, las nevadas laderas de colinas y montañas se convierten en improvisadas pasarelas de glamour por las que los miembros de las familias reales desfilan perfectamente equipados con prendas a la última moda para practicar el rey de los deportes de invierno en Francia, Suiza o Estados Unidos, por ejemplo. Carlota Casiraghi, incondicional de la cita como lo es su madre, Carolina de Mónaco, y sus hermanos, no ha faltado tampoco este año. Ha vuelto de la mano de su familia (se encontraban con ella la princesa Carolina y la princesa Alejandra, que participó en un concurso de esquí) y su inseparable novio a la estación de esquí de Zürs (Austria). Y otro año más la pareja ha llevado su personal estilo a la alfombra blanca. Carlota lució para pasar un día en blanco en pareja un plumífero verde, vaqueros y, como complementos, un juvenil gorro de lana con pompón de color gris con detalles en blanco y, a tono, unas botas, modelo Dina, de la firma Geox. Un conjunto (y una percha) que arrancó embelesadas miradas de su chico.
Cuatro años de amor
Visto lo visto hasta hoy: no cabe duda de que la relación entre Carlota Casiraghi y el joven multimillonario Alex Dellal va viento en popa. Pese a que, por su belleza y educación, Carlota podría ser la compañera ideal de cualquier Príncipe europeo, Alex, hijo de Guy Dellal, empresario afincado en Londres y de Andrea, ex modelo brasileña, ha conquistado su corazón principesco. Carlota fue su amor platónico hasta que su hermana Alice (Alix) -la ex novia de Pierre Casiraghi- los presentó y, entonces, ella cayó también en sus redes allá en la primavera de 2007. Alex no es el primer joven con el que se relaciona a la hija mayor de la princesa Carolina –entre ellos, Hubertus Herring-Frankensdorf, noble austriaco emparentado con el clan alemán de los Schaumburg-Lippe, y Félix Winckler, hijo de un abogado residente en Bruselas-, pero sí el primero con el que se ha puesto el mundo por montera y ha aparecido como una mujer realmente enamorada. El primero con el que ha abandonado un mundo amurallado por su madre sin testigos. El primero con pinta de último.
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