Como dos enamorados y cogidos de la mano, el príncipe Alberto de Mónaco y Charlene Wittstock llegaron al Hotel de París de Montecarlo para cumplir con uno de los actos más especiales de su agenda por el significado simbólico que conlleva. Y es que un año más, la delegación del Fondo Irlandés en Mónaco ha celebrado una gala benéfica para recaudar fondos para la Fundación Princesa Grace.
Haciendo gala de la elegancia que la caracteriza, Charlene escogió para la ocasión un vestido largo negro de seda con escote de pico y bordados, que combinó con una blazer y un bolso cartera, todo en tonos oscuros. En cuanto al peinado, la futura esposa del Príncipe lució un favorecedor recogido ladeado que dejaba al descubierto su rostro y resaltaba aún más sus ojos azules. Por su parte, Alberto se decantó por un esmoquin negro que contrastó con una pajarita de color verde oscuro.
Como manda el protocolo, Alberto y Charlene dieron una calurosa bienvenida a todos y cada uno de los invitados a la velada. Entre ellos, se encontraban algunas personalidades como Kieran McLoughlin, presidente general del Fondo Irlandés; Loretta Glucksman presidenta del Fondo Irlandés en América; Michael Fitzgerald, uno de los fundadores de la organización, y Mary Robinson, quien consiguió ser la primera presidenta de la República de Irlanda en 1990.
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