La semana pasada ya decíamos que la princesa Carolina de Mónaco había vuelto en todo su esplendor y desde entonces, no hace más que reafirmarse como la primera dama que vuelve a reinar en el Principado. Radiante, con una sincera sonrisa en su rostro y con la elegancia que siempre la ha caracterizado, vuelve a brillar y poner glamour a la Familia Real monegasca. Y es que, desde su separación de Ernesto de Hannover y su vuelta a palacio, vuelve a pisar fuerte y con seguridad en la vida pública.
Su última aparición ha sido en la entrega de los premios de Arte Contemporáneo, Literatura y Composición musical que cada año entrega la Fundación Príncipe Pierre de Mónaco, que se ha celebrado en el restaurante Grand Vefour de París y en la que, un año más, ha sido miembro del jurado. Aunque en los últimos años sus apariciones eran contadas, a Carolina no le gusta faltar a esta cita con el arte. Esta fundación lleva el nombre de su abuelo y fue creada en 1966 por el príncipe Rainiero, para perpetuar el ciclo de conferencias artísticas que el Conde de Polignac apadrinaba y organizaba. Por eso para la Princesa tiene un significado especial.
Para la ocasión, Carolina lució un traje de chaqueta con minifalda de color beige y zapatos de tacón en negro y beige, fiel a su estilo Chanel, y posó sonriente con los galardonados.