Mónaco se ha vuelto a vestir de color, espectáculo y diversión. Como es tradición, un año más ha comenzado el Festival Internacional de Circo de Montecarlo, que se prolongará durante varios días. Y por segundo año consecutivo, ha sido una de las jóvenes princesas del Principado quien ha acaparado la mayor atención en esta cita anual. Paulina, la segunda de los tres hijos de la princesa Estefanía, acompañó a su madre y a su tío, el príncipe Alberto, a la inauguración de la 34ª edición del certamen y volvió a convertirse en el centro de todas las miradas.
Reunidos bajo la carpa, los tres posaron muy sonrientes y divertidos a su llegada con los artistas de este espectáculo que, fundado en 1974 por el recordado príncipe Raniero, se ha consolidado como uno de los mejores del mundo. El soberano monegasco contempló desde primera fila de los números de payasos, doma, piruetas y saltos imposibles y recibió una calurosa ovación por parte del público allí presente. Pero fueron, sin duda, su hermana menor y su sobrina quienes más disfrutaron del espectáculo.
La princesa Estefanía, presidenta honorífica del festival y una de la más entusiastas admiradoras del circo, ha sabido inculcar su gran afición a sus hijos y es en esta cita tradicional cuando tenemos oportunidad de verla acompañada por alguno de ellos, apartados habitualmente de los acontecimientos palaciegos. Paulina ya estuvo con su madre el año pasado y en esta ocasión también ha acompañado a su tío, que en 2009 se ausentó por encontrarse de viaje en el Polo Sur.
La joven -muy guapa con un conjunto blanco y negro, bolso y zapatos de tacón a tono y sutilmente maquillada- ha vuelto a aparecer convertida en una bella mujercita en el espectáculo más grandioso del mundo. Y es que Paulina es, de los tres hijos de Estefanía, quien más siente la pasión por el circo. De niña llegó a hacer sus pinitos en este mundo con un arriesgado número de doma de elefantes cuando la Princesa mantenía una relación sentimental con Franco Knie, domador y director del circo suizo que lleva su nombre.
Aquella experiencia fue trascendental para Paulina, que a lo largo de casi dos años y a diferencia de sus hermanos –Luis y Camilla- se integró plenamente en la familia circense. Nada en el mundo podía ilusionarla más que dar de comer a su querido elefante Patma, sacarlo a pasear alrededor de las itinerantes instalaciones del circo o ensayar arriesgados números de doma... La ruptura sentimental entre su madre y el domador terminó con su sueño pero no con su afición, como hemos podido volver a comprobar.