La pequeña y romántica casa de campo, una masía edificada en los alrededores de Saint Rémy, conserva todo el encanto de la Provenza y está situada tan sólo a dos horas de Mónaco.
La compró unos meses antes de morir
Ubicada en un idílico paraje campestre, fue el efímero nido de amor de Carolina y de su anterior marido, Stefano Casiraghi, que la compró para su familia tan sólo unos meses antes de morir y, sobre todas las cosas, el refugio de Carolina y de sus tres hijos durante años. El lugar a dónde se fueron a vivir, tras la muerte de Stefano Casiraghi (1990) siguiendo quizá las recomendaciones que éste que le había hecho a la Princesa pidiéndole que apartara a sus hijos de Mónaco, para que éstos disfrutaran de la infancia libre de cualquier otro niño.
Carlota y la hípica
Carolina matriculó a Andrea, Carlota y Pierre, en la escuela del pueblo, abandonó prácticamente su vida oficial y se vistió de campesina; además, recuperó su pasión por la hípica y se la contagió a su hija Carlota -en estas tierras dio sus primeros pasos sobre los lomos de un caballo- hasta el extremo de hacerse con una pequeña cuadra de caballos.
En este pueblo y en esta casa vivió, también, la princesa de Mónaco su gran historia de amor con Vincent Lindon y en ella pudieron disfrutar sus hijos de la vida anónima y campestre que les hubiera sido del todo negada en su palacio de Mónaco y que tanto les recomendó su padre en vida.