Pocas veces trasciende la agenda oficial de la Familia Ducal de Luxemburgo fuera de sus fronteras. Pero una de esas pocas es tradicionalmente por estas fechas con motivo de la celebración de la Fiesta Nacional del ducado. Ocasión en la que, al igual que en Holanda, Mónaco o Liechtenstein, se festeja a su vez, con profusión de actos, el cumpleaños del soberano. El Gran Duque cumplió años en abril, pero la fiesta se ha trasladado a junio para poder disfrutar así de mejor tiempo. Su abuela, la gran duquesa Charlotte (nacida un 23 de enero), inició esta costumbre, que fue continuada por su padre, el gran duque Juan (nacido el 5 de enero).
La Familia Ducal casi al completo, con la única ausencia de la princesa Alejandra, señaló este día, como otras tantas veces, con desfiles por muchas localidades del país y, en la capital, con una misa Te Deum en la catedral, una parada militar que congregó a miles de ciudadanos y fuegos artificiales, pero además con la concesión de títulos reales a Tessy, la esposa del príncipe Luis, y sus hijos. Desde ahora: Su Alteza la princesa Tessy de Luxemburgo y Sus Altezas los principes Gabriel y Noah de Nassau.
La chica que ayer enamoró y convirtió en padre al jovencísimo tercer hijo de los Grandes Duques (no contaba con más de 19 años entonces) es hoy un miembro más de la Familia Ducal y con el porte de una Princesa veterana en el oficio. Con aire distinguido, pero sin perder la frescura de su juventud, vistió para el Te Deum un vestido verde claro de corte imperio, con original escote halter, que combinó con complementos (tocado de plumas, chal, bolso cartera y zapatos con pulsera) en gris. La gran duquesa María Teresa de Luxemburgo, igualmente elegante, se decantó por un vestido recto en blanco con brocados.
La noticia de la primera paternidad del tercer hijo de los soberanos sorprendió inicialmente a este pequeño Estado centroeuropeo, pero pronto fue acogida con calurosa espera ante la actitud de los jóvenes, que la asumieron con responsabilidad. Doce meses después, la pareja -convertida en familia, tras la llegada el 12 de marzo de 2006 del pequeñó Gabriel-, segura de la autenticidad y profundidad de los sentimientos que la unían, formalizó su relación ante la Iglesia. No obstante, antes, el Príncipe tuvo que renunciar a sus derechos dinásticos para poder casarse y así “conseguir una mayor independencia en su vida profesional y personal”, aunque seguiría utilizando el apellido Nassau y mantendría el tratamiento de Alteza Real como Príncipe de Luxemburgo. Hoy, son un matrimonio feliz con dos hijos y una excelente relación con los Grandes Duques.