Miles de ciudadanos esperan, en silencio, el paso de la comitiva para lanzar sus pétalos de flores sobre los retos mortales de la Gran duquesa quien cubriría por última vez la distancia que separa el palacio de la Catedral por un camino sembrado de flores blancas.
La familia lee para Josefina Carlota
A las 11:30, se marca de nuevo un tiempo de silencio para permitir a las personalidades del cortejo fúnebre entrar en la catedral. El destacamento de honor presenta armas. La música militar suena en el interior de la catedral,. Es, entonces, cuando los restos mortales son conducidos hasta el altar. La misa de funeral estuvo presidida por monseñor Fernand Franck, Arzobispo de Luxemburgo y concelebrada por Monseñor Mathias Schiltz, Vicario General; el canónigo André Heiderscheid, preboste del Cabildo de la Catedral; el canónigo Joseph Morn, cura de Nuestra Señora; El canónigo Georges Vuillermoz, Capellán de la Corte; el abad Pierre Reuter, cura de Fischbach; el abad Romain Gillen, cura de Colmar-Berg; el Diácono Luc Schreiner, quien leerá el Evangelio. Y actuó como maestro de ceremonias El abad Claude Bache, oficiante del Arzobispado.
La lectura de los textos de la Biblia fue realizada por S.A.R. el príncipe Juan de Luxemburgo y la oración universal por S.A.S. la princesa María Anunciada de Liechtenstein; la princesa María Gabriela de Nassau (la leyó en francés); la Archiduquesa María Cristina de Austria (en alemán) y el Gran Duque Heredero Guillermo de Luxemburgo (en luxemburgués).
Despedida con honores
La decoración floral -impresionante su arquitectónico diseño-, fue realizado por Alain Feltes, sacristán de la Catedral de Nuestra Señora de Luxemburgo, quien había dedicado también muy especial atención a la ornamentación de la estatua de la Consoladora de los Afligidos, que preside el altar principal de la catedral. La Patrona de Luxemburgo fue vestida con un traje de la princesa Antonia; la Corona: Expiatoria (1901); el Cetro: Cécile Michels y Maurice Zoller (1956); la Llave: Milenaria (1963); la Gran Cruz (princesas de Luxemburgo Hilda, Carlota y María Adelaida, 1908); el Rosario de oro de Gran Duquesa Carlota (1945); el Corazón de Andrée Loesch (1992); el broche de la princesa María Adelaida y la pequeña cruz (Jesús), de Yvonne Hemes (1966).