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Charlotte, de cuatro años, y George, de seis, se convirtieron en los dos grandes protagonistas de la tradicional misa de Sandringham. Los hijos de los duques de Cambridge que debutaban por primera vez en este oficio fueron los encargados de acaparar todas las miradas, tanto de los fotógrafos allí congregados como de los curiosos que se acercaron hasta las puertas de la iglesia  de Santa María Magdalena

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Charlotte, de cuatro años, cumplió a la perfección con el protocolo. Aceptó con una sonrisa un ramo de flores con el que le obsequiaron, abrazó a una mujer en silla de ruedas, le hizo una reverencia perfecta a su bisabuela, la Reina, y le dio la mano al párroco

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Días antes de la celebración de la misa, el príncipe Guillermo se encargó de llevar a sus hijos a la iglesia días antes de la celebración para que se familiarizarán con el entorno 

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