A pesar de que ha sido un año con algunos “baches” para la Familia Real inglesa, lo cierto es que la presencia del príncipe George y la princesa Charlotte en la tradicional misa de Sandringham celebrada la iglesia de Santa María Magdalena hizo que el ambiente se suavizara y se desviara un poco la atención del escándalo protagonizado por el príncipe Andrés.
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Atentos en todo momento a sus padres, los hijos mayores de los duques de Cambridge cumplieron a la perfección con el protocolo. Así, mientras que el pequeño príncipe cautivó a los allí presentes con su timidez, su hermana lo hizo con su soltura y naturalidad. Aceptó con una sonrisa un ramo de flores con el que le obsequiaron, abrazó a una mujer en silla de ruedas, le hizo una reverencia perfecta a su bisabuela, la Reina, y le dio la mano al párroco.
A pesar de que tanto George como Charlotte han demostrado en cada una de sus apariciones públicas su excelente y cuidada educación, lo cierto es que la casi impecable actuación de ambos pudo deberse en parte a un un "ensayo general" unos días antes, tal y como han dado a conocer algunos medios ingleses. Al parecer el príncipe Guillermo llevó a llevó a sus dos hijos a la iglesia días antes de Navidad para que se familiarizaran con el entorno. El casço es que este particular “reconocimiento del terreno” fue una jugada perfecta que colocó a los dos pequeños como los verdaderos protagonistas del evento.
Kate Middleton y el príncipe Guillermo siempre han optado por no exponer a los niños demasiado pronto y hacerles partícipes únicamente de algunos actos destacados para la corona británica como el Trooping the colour. Sin embargo, consideran que ahora que George tiene seis años y Charlotte ha cumplido ya cuatro, son lo suficientemente mayores como para participar en esta costumbre a la que, a buen seguro, se unirá dentro de un tiempo el pequeño de la casa, Louis de Cambridge, quien tiene solo veinte meses.