En las últimas horas, mientras Londres dormía y Oceanía estaba en plena actividad, los duques de Sussex continuaban con su gira oficial abriendo una nueva etapa. Harry y Meghan se despedían del Reino de Tonga para poner rumbo de nuevo a Sídney. Todo marchaba sobre ruedas, más bien sobre alas, hasta que llegó el momento de tocar tierra australiana y el piloto se vio obligado a abortar el aterrizaje.