Eugenia, una princesa que ha cambiado los privilegios y comodidades de la Corte por un sueldo de unos 1500 euros mensuales en la no siempre fácil capital del mundo.
“Se ha convertido en un increíble activo para la empresa. Su trabajo ha sido formidable desde el principio hasta hoy y es una de los trabajadores que más se esfuerzan en la compañía”. Parece obvio que son las palabras de un jefe refiriéndose a un empleado modelo. Lo sorprendente es que se trata de Alexander Gilkes, responsable de la galería de arte Paddle8 de Nueva York, y que habla de una nieta de la Reina de Inglaterra,Eugenia, de 24 años, es la hija menor del príncipe Andrés de Inglaterra y Sarah Ferguson. Vino al mundo poco antes de que la pasional historia de amor entre sus padres se resquebrajara y acabase en divorcio y aunque es la séptima en la línea de sucesión al Trono Británico, la joven intenta abrirse camino por si misma como una mujer trabajadora y, sobre todo, independiente.
La joven “royal” se ha forjado un carácter fuerte gracias a una vida no exenta de dificultades. El divorcio de sus padres cuando ella era muy niña lo pudo sobrellevar gracias a que Andrés y Sarah, por encima de todo, desearon mantener un sólido núcleo familiar. Y también gracias a la excelente relación que mantiene con su hermana mayor, la princesa Beatriz. Han crecido juntas, han compartido sus confidencias en sus años de adolescencia y ahora, incluso, comparten círculo de amistades y en ocasiones compromisos oficiales. Mientras Beatriz ha heredado más el temperamento de su madre, la personalidad de Eugenia se asemeja más a la de su padre, el príncipe Andrés. Un carácter más firme, recto, tenaz y comprometido, como buen militar que es.La salud también le dio un revolcón a la estabilidad de Eugenia cuando, siendo una niña de tan solo 12 años, tuvo que pasar por el quirófano para operarse de una fuerte escoliosis en la columna vertebral.
Así fue madurando la joven York, mientras demostraba ser también una buena estudiante que se matriculó en la Universidad de Newcastle para estudiar Historia del Arte. Su afán para demostrar que no quería depender de su status real le animó a empezar a trabajar en prácticas nada más terminar los estudios. Primero como becaria en la sede londinense de Christie´s, después también como interina en The Royal Collection Trust y desde octubre de 2013 en la citada casa de subastas “online” donde también empezó como becaria y donde ya cuenta con un contrato formal.
Este puesto de trabajo no sólo se lo ha ganado la Princesa gracias a un gran esfuerzo y mucha dedicación. También le ha costado un significativo sacrificio: alejarse durante tantos meses del hombre que hasta ahora es el amor de su vida, el joven de 28 años Jack Brooksbank. Eugenia y Jack, que se conocieron en unas vacaciones esquiando en Verbier (Suiza) hace cuatro años, empezaron a salir y desde entonces nada les ha separado. Tan solo la distancia existente entre Londres y Nueva York, dificultad que ellos solventan conectándose por Skype siempre que pueden. Así lo confesó el joven Brooksbank cuando presentó a la Prensa una nueva línea de negocio del club nocturno del que es promotor, el Mahiki, en el distinguido barrio de Mayfair, un lugar frecuentado por jóvenes aristocráticos y de buenas familias. Anteriormente el novio de Eugenia había trabajado delante y detrás de varias barras de bares y restaurantes. A pesar de provenir de una familia con recursos, él optó por no ir a la universidad y dedicarse a la hostelería desde abajo. La pareja ha llevado su relación con suma discreción y Jack ha apoyado a la princesa en todo momento, incluso a la hora de tomar la decisión de mudarse a Nueva York.
Paddle8 es una innovadora firma de subastas de obras y objetos de arte “online” que a pesar de haber sido fundada en 2011 ya cuenta con más de treinta trabajadores. La sede de Nueva York es solo el primer paso de la compañía, pues sus dueños aspiran a poder abrir oficina pronto en la capital británica. Esa será la gran oportunidad para que Eugenia pueda regresar a su país sin dejar de hacer lo que le gusta y poder vivir de nuevo más intensamente su amor con Jack. Mientras tanto la pareja se conforma con verse por Skype y compartir los pocos días de vacaciones que la princesa puede disfrutar en el Reino Unido, como los que está pasando estos días con motivo de las fiestas navideñas. El día de Navidad pudimos verla, sin su pareja, acompañando al resto de la Familia Real en los oficios religiosos de Sandringham.
Uno de los últimos logros de Eugenia es fruto de la pasión que siente por el arte y de un valor que los Duques de York han querido inculcar siempre a sus hijas: la solidaridad. Entre las muchas obras benéficas a las que se entrega la joven princesa está su patronazgo del hospital en el que fue operada y curada de su escoliosis vertebral, el Royal National Orthopedic Hospital. Y para apoyar esta institución, Eugenia ha diseñado una pulsera en colaboración con una joyería de Londres. Las ganancias por las ventas de esta edición limitada irán a parar a proyectos de desarrollo del hospital para mejorar la vida de sus pacientes con dolencias neuro-musculo-esqueléticas.
Esta es solo una muestra más de las grandes metas que Eugenia quiere conseguir en la vida. La hija de los Duques de York ha demostrado ser una joven autosuficiente que sueña, entre otras cosas, con hacerse un nombre en el mundo de las casas de subastas, del arte y las antigüedades, y en construir una familia junto a Jack Brooksbank. Todo ello sin abandonar sus obligaciones como miembro de la Familia Real, en cuya agenda cada vez cuenta con más actividades. No en vano su padre, el príncipe Andrés, se empeñó en que sus dos hijas fueran designadas embajadoras del Comercio del Reino Unido en el exterior, tarea a la que dedican también parte de su tiempo. De momento, la joven princesa está viendo ya cumplido uno de sus sueños: el de vivir en una gran ciudad con la independencia y libertad que le da el anonimato, formándose profesionalmente en lo que le gusta, sin dejar de lado las obligaciones que confiere ser la nieta de la reina Isabel II.