La Duquesa de Devonshire, la Reina de la sociedad georgiana
Su papel dentro de los círculos políticos 'whigs' y su provocadora vida personal la convirtieron en la figura más representativa y afamada de la era georgiana en el Reino Unido
Georgiana Cavendish, Duquesa de Devonshire (1757-1806) fue la figura más representativa y afamada de la era georgiana en el Reino Unido –periodo histórico entre 1714 hasta 1830, que comprende el reinado de los cuatro primeros monarcas de la Casa de Hanover, esto es, Jorge I, II, III y IV– por el nada desdeñable papel que desempeñó dentro de los círculos políticos whigs –denominación por aquel tiempo del Partico Liberal británico– como por su provocadora vida personal. En este artículo repasamos su vida.
En los primeros años de su matrimonio la Duquesa también se apasionó por la política. Su marido, un notable miembro de los whigs, reunía en su casa a lo más granado del partido por lo que Georgiana comenzó a relacionarse con la élite política británica. En poco tiempo, la Duquesa se convertiría en valedora del líder del partido, Charles James Fox (1749-1806). En 1784, cuando no estaba seguro que Fox mantuviera su escaño en Westminster, Georgiana se lanzó a las calles de la capital del Támesis a conseguir votos puerta por puerta, consiguiendo finalmente que el dirigente whig fuera reelegido. Sin embargo, las reuniones en la casa de los Devonshire –a las que acudían desde el Príncipe de Gales hasta la Vizcondesa Melbourne, amiga íntima de la Duquesa– no eran vistas con buenos ojos por todo el mundo. Rumores de que tras sus puertas se perpetraban auténticas bacanales, con grandes cantidades de alcohol y apuestas estratosféricas comenzaron a correr por los mentideros de la ciudad.
Sea como fuere, las grandes fiestas de la Duquesa de Devonshire comenzaron a traspasar el círculo de sus amistades, para convertirse en la comidilla de Londres. El gran tren de vida asociado a estas celebraciones hizo que la Duquesa, igualmente amante del juego, contrajera unas deudas que a punto estuvieron de costarle el divorcio de su marido, mucho menos inclinado a la vida social. Precisamente con el objeto de alejar a la Duquesa de la bulliciosa y atrayente capital, los Devonshire se trasladaron a la tranquila Bath, en Somerset. Allí sería donde conocerían a Lady Elizabeth Foster (1758-1824), una mujer que cambiaría la vida de ambos.
Lady Elizabeth, pese a ser inglesa, había vivido la mayor parte de su vida en Irlanda. Allí, de hecho, había conocido a su exmarido, el político John Foster. La pareja había tenido dos hijos, si bien, debido a las infidelidades de Foster, el matrimonio había fracasado. Lady Elizabeth, muy deprimida, había regresado a Inglaterra donde vivía en una situación económica muy precaria. Para ella conocer a los ricos Duques de Devonshire fue una oportunidad de abandonar la pobreza y de entrar por todo lo alto en la clasista alta sociedad británica de la época.
Tanto el Duque como la Duquesa quedaron prendados de su nueva amiga. Lady Elizabeth, conocida familiarmente como Bess, se convirtió en la mejor amiga y confidente de Georgiana y en la amante oficial del Duque. Mucho se ha escrito –algunas teorías apuntan a que la Duquesa estaba secretamente enamorada de Lady Elizabeth y otras de que ésta habría chantajeado de algún modo a Georgiana– sobre el hecho de que la Duquesa aceptara la estrambótica situación de ser la compañera inseparable de la amante de su marido, pero lo cierto es que los tres aprendieron a convivir bajo el mismo techo y mantener una relación cordial durante un cuarto de siglo. Tanto es así que Lady Elizabeth daría a luz dos hijos ilegítimos del Duque, Caroline St. Jules y August Clifford, y llegaría a convertirse en Duquesa de Devonshire tras la muerte de Georgiana.
Mientras la relación a tres bandas se desarrollaba, la Duquesa finalmente quedó embarazada. En julio de 1783 daría a luz a su primera hija Georgiana Howard, conocida como “La pequeña G.”. En los años posteriores los Duques tendrían dos hijos más: Harriet en 1785, William, el tan deseado varón, en 1790.
Sin embargo, la Duquesa no se sentía realizada como mujer. La felicidad verdadera llegaría plenamente a su vida cuando conoció a un joven político de su partido, Charles Grey, Segundo Conde de Grey (1764-1845), y con el que comenzaría una apasionada relación, que acabaría llegando a los oídos del Duque. Para más inri la Duquesa se quedó embarazada del Conde en 1791 por lo que su marido la puso un ultimátum: o entregaba al bebé a los padres del Conde de Grey o nunca más vería a sus hijos. Georgiana acabaría aceptando la condición de su marido y Eliza, que así se llamó la pequeña nacida de la relación extramarital, terminó en manos de sus abuelos paternos. Por su parte, el Conde Earl, enfurecido por la decisión de la Duquesa, decidió romper el contacto con ella.
El dolor de abandonar a su hija mortificaba a la Duquesa, que decidió retirarse por completo de la vida social. La salud comenzó a fallarle, padeció una grave infección ocular, y, con la excepción de la presentación en sociedad de su primogénita, sus apariciones públicas se redujeron al máximo. Finalmente, el 30 de marzo de 1806 la Duquesa de Devonshire fallecería de una dolencia hepática.
Mujer inteligente, hábil política e indispensable miembro de la sociedad británica más selecta, la Duquesa de Devonshire sigue a día de hoy levantando pasiones. En el Reino Unido es sobre todo conocida por ser antepasada de la malograda Diana de Gales, así como de Sarah Fergusson, Duquesa de York –en este caso por vía de Eliza, la hija ilegítima de Georgiana– y por haber sido llevada su vida al cine hace unos pocos años, concretamente el filme titulado La Duquesa (2008), protagonizado por la actriz Keira Knightley, en el papel de Georgiana Cavendish.