No abundan fotos del príncipe Harry con su novia, Cressida Bonas, porque la pareja no quiere que la presión mediática pueda afectar a su relación, pero no es raro ver a cada uno por su lado en Londres. Ayer vimos a Cressida tomando un café por las calles de la ciudad y saludando a su hermano y a unos amigos otra vez sin el Príncipe, aunque hemos de avisar a navegantes para que nadie se lleve a engaño que su amor marcha viento en popa y que, ahora que la agenda de compromisos oficiales del príncipe Harry le reclama en el otro lado del mundo, concretamente en la Antártida, la pareja aprovecha hasta el último minuto de su estancia en Londres para pasarlo juntos antes de su próxima despedida.
No es la primera vez que la distancia pone su relación a prueba. Poco después de conocerse en el Arthur Landon‘s Valley Festival en mayo del año pasado, a través de la princesa Eugenia -amiga de Cressy y prima del príncipe Harry-, que ejerció de celestina, tuvieron que superar una separación forzosa de cuatro meses, mientras el Príncipe se encontraba de servicio en Afganistán, en los que la pareja mantuvo contacto telefónico constante. Sobra decir que la distancia no fue el olvido. Desde entonces, han ido escribiendo su historia de amor día a día, sin prisas, y con buena letra como para sospechar el final feliz: "Cressy se va a casar con Harry", ha confirmado uno de sus amigos al diario The Telegraph. "Él no deja de hablar sobre el matrimonio y los hijos, y ahora ella se ha acostumbrado a la idea. Es probable que la boda tenga lugar el año que viene", añade.
Tiempo al tiempo. Ahora el príncipe Harry, que acaba de fracturarse un dedo del pie, probablemente se conforme con los mimos y cuidados de Cressida estos días previos a embarcarse en la expedición a la Antártida. Aún así, el hijo menor del príncipe Carlos y la siempre recordada princesa Diana participará en esta travesía benéfica, cuyos fondos se destinarán a la organización Walking with the Wounded (Caminando con los heridos), dedicada a ayudar a soldados heridos en combate. El príncipe Harry, de 29 años, y sus compañeros esquiarán 334 kilómetros en el Polo Sur durante 21 días. Durante ese tiempo, todos pasarán 12 horas esquiando, con diez minutos de descanso cada dos horas, y al final de cada jornada deberán montar sus tiendas de campaña para dormir, si bien el descanso se verá afectado por la constante luz del día en el verano austral del continente blanco. Nada imposible con el recuerdo de Cressida.