Nadie diría que los Juegos de Braemar llegaran a ser tan aristocráticos ateniéndose al tipo de deportes que los presiden: lanzamientos de troncos o martillos, un tira y afloja por equipos de cada extremo de una cuerda, y otra buena ristra de pruebas no aptas para cualquiera que no sea un forzudo ataviado en falda escocesa. Sin embargo, la presencia un año sí y el otro también de algún miembro de la Familia Real británica corrobora el evento como uno de los más elitistas del verano en Escocia.
Desde mayo hasta septiembre, por infinidad de esquinas de la región puede asistirse a este tipo de torneos denominados Highland Games. Algunos son a pequeña escala, de lo más rural y auténtico, y otros son un espectáculo en toda regla, aunque ninguno comparable a los que, cada primer sábado de septiembre, se celebran en Braemar.
Este verano ha sido un tanto complicado para la reina Isabel II. A las escandalosas fotos del príncipe Harry ha sumado el ingreso hospitalario de su marido, el duque de Edimburgo. Sin embargo, la soberana ha recuperado la sonrisa y así de feliz se ha mostrado en los Juegos de Braemar. El duque de Edimburgo acompañó a su esposa a la tradicional cita y a juzgar por las imágenes se ha recuperado a la perfección de su dolencia. La semana pasada hizo su primera aparición pública asistiendo al servicio religioso de Crathie Kirk, tras permanecer hospitalizado cinco noches por una infección de vejiga a principios del mes de agosto. Junto a ellos, estaba Carlos de Inglaterra y su esposa, Camila.
La salud le ha dado mas de un susto al duque de Edimburgo en los últimos nueves meses, periodo en el que ha tenido que ser ingresado en tres ocasiones. Felipe de Mountbatten tuvo que ser hospitalizado durante cinco días el pasado 4 de junio en Londres, un día después del inicio de las celebraciones por el Jubileo de Diamantes de su esposa (60 años en el trono), a causa de una infección de vejiga. El duque se perdió varios festejos organizados para esa ocasión, incluido un macroconcierto celebrado frente al palacio de Buckingham, aunque sí participó en un espectacular desfile fluvial de mil barcos por el río Támesis. Durante las pasadas Navidades, el esposo de Isabel II fue sometido a una angioplastia para desbloquear una arteria coronaria.