Los saltos de Zara Phillips con su caballo High Kingdom apuntaban alto: hasta el podio. Y hoy, tras salvar los obstáculos, allí mismo se ha plantado con el resto del equipo hípico de Gran Bretaña para hacer historia. El sueño de medalla se ha hecho realidad y parte del mérito también se debe al apoyo incondicional del real club de fans de la nieta de la reina Isabel, que volvió hoy a Greenwich Park para animar a Zara y al resto de la selección ecuestre inglesa, que se ha llevado finalmente a casa la plata en la final de saltos de las tres disciplinas ecuestres de la competición olímpica.
Los Duques de Cambridge y el príncipe Harry se unieron de nuevo a la princesa Ana de Inglaterra y su marido, Tim Laurence, a la Duquesa de Cornualles y a las princesas Beatriz y Eugenia para verles competir. El mal tiempo no desconcentró a los seguidores de Zara, que se sumieron en un profundo silencio mientras desarrollaba su recorrido, aunque una vez que la amazona hubo terminado estallaron en una ovación agitando los banderines nacionales. Los nervios pasaron factura y la final no pudo ser más emocionante, tanto, que los duques de Cambridge y el príncipe Harry nos regalaron instantáneas para el recuerdo en las que se pueden comprobar que sufrieron de lo lindo.
Después de su actuación, la amazona, que quedó octava en la clasificación individual, declaró que la multitud la animó mucho durante la competición: "Es increíble, te empuja a superarte a medida que entras en la arena. Estamos muy agradecidos a todos los que han venido a animarnos". Zara Phillips se recuperó bien después de cometer un error inicial al golpear una barra y aseguró que actuar ante la afición local no aumentó la presión sobre ella. Mejor debut olímpico, prácticamente imposible.
El equipo británico, formado además de Zara Phillips, Tina Cook, Mary King y William Fox-Pitt, recibió una espectacular ovación al subir al podio para recoger su merecida medalla de plata (el oro fue para los alemanes y el bronce para el conjunto de Nueva Zelanda).
Zara jamás olvidará los Juegos Olímpicos de Londres y es que además de quitarse la espinita que tenía clavada en el corazón, ya que se quedó fuera de los de Atenas en 2004 y Pekín en 2008 por la lesión de su anterior caballo, ha logrado emular a sus padres, el capitán Mark Phillips, que consiguió el oro olímpico en los Juegos de Múnich de 1972 y la plata en los de Seúl de 1988, y a su madre, la princesa Ana, que compitió en los Juegos de Montreal de 1976.