Seis vestidos en tres días: Catherine deslumbra con su estilo a los canadienses

Los duques de Cambridge asistieron a las celebraciones del Día Nacional de Canadá y antes de partir Montreal plantaron un árbol en la residencia del gobernador que simboliza el amor eterno

Por hola.com

Impecable. Sonriente y pendiente de todos los detalles. Así se está comportando la duquesa de Cambridge en su primer viaje oficial al extranjero. Para rendir homenaje a Canadá se visitó con los colores de su bandera durante las celebraciones del Día Nacional del país en la ciudad de Ottawa. Catherine llevaba el mismo vestido blanco de la firma Reiss que lució para las fotografías oficiales de su compromiso y un tocado rojo realizado por Sylvia Fletcher. Además, se prendió en la solapa el broche en forma de hoja que también llevó la reina Isabel II cuando aún era princesa durante su vista a Canadá en 1951 y volvió a mostrar orgullosa su anillo de compromiso.



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Guillermo y Catherine se reunieron a primera hora de la mañana con el gobernador general de Canadá, David Johnston, el primer ministro canadiense, Stephen Harper, y un grupo de jóvenes de diferentes culturas con los que hablaron distendidamente. Después, recorrieron las calles de Ottawa en un precioso carruaje –que les recordaría a la carroza con la que saludaron a los londinenses tras su boda- para llegar al Parlamento canadiense.

Entre 300.000 y 400.000 personas se concentraron frente al edificio para asistir, junto a la pareja real, al desfile por el 144 aniversario de la creación del país, una multitud entre tres y cuatro veces mayor que la del año pasado, cuando la reina Isabel II estuvo presente en la misma ocasión. En su discurso, el príncipe Guillermo aseguró que, tanto él como su esposa, estaban “encantados” de estar en Canadá y que era muy especial poder celebrar con todos ellos el Día Nacional del país.

Ya por la noche, los duques de Cambridge acudieron a un concierto de rock y Catherine volvió a ser el centro de todas las miradas con un sencillo vestido morado de la firma Issa, que adornó con el broche en forma de hoja, y con un moño bajo que dejaba ver sus preciosos pendientes de brillantes.


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Al día siguiente, Guillermo y Catherine plantaron un árbol en la casa del gobernador de Canadá ante la atenta mirada de los allí presentes. Para la ocasión, la duquesa de Cambridge lució un vestido gris de manga corta de Catherine Walker y unos preciosos zapatos de Tabitha Simmons. Esta tradición canadiense qse remonta al año 1907 cuando el entonces gobernador general Earl Grey plantó el primer árbol en el jardín; un joven arce para marcar el primer viaje oficial a Ottawa del príncipe japonés Fushimi. Desde entonces, plantar árboles ceremoniales se ha convertido en una tradición en Canadá para simbolizar la amistad y la cooperación internacional.


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 Los padres del duque de Cambridge, Carlos de Inglaterra y la fallecida Diana de Gales, plantaron también uno cuando visitaron el país en 1983 y el príncipe Guillermo sintió cierta nostalgia al ver la placa conmemorativa con el nombre de su madre. El árbol que plantaron Guillermo y Catherine quedará como símbolo permanente de su matrimonio, según fuentes oficiales, y además, les vaticina 800 años de amor. La anécdota del día surgió cuando una pareja de ancianos se acercó hasta los duques para decirles que ellos también se habían casado un 29 de abril y que ya habían cumplido 50 años juntos. “Espero que seáis tan felices como nosotros”, les dijo la señora. “Nosotros también lo esperamos”, le respondió con una amplia sonrisa Catherine.

Los duques de Cambridge partieron hacía Montreal, la ciudad más grande de la provincia de Quebec, para visitar el Hospital Infantil Saint Justine. Guillermo y Catherine hablaron con los niños, los padres y los médicos del centro y se mostraron muy interesados en los nuevos avances científicos para curar el cáncer. Después, acudieron al Instituto de Turismo y Hostelería y no dudaron en vestirse de cocineros para realizar ricos platos junto a un grupo de estudiantes de cocina. Catherine bromeó con su marido asegurando que su suflé había quedado mucho mejor que el suyo. La duquesa confesó que le encanta cocinar pero que no tiene tiempo para realizar comidas muy elaboradas.