Su madre era conocida como la Princesa del pueblo por su tacto y por su capacidad para conectar con todo tipo de personas y el príncipe Guillermo ha heredado claramente ese toque humano de la princesa Diana. Su misma compasión, su misma sensibilidad y su misma habilidad para infundir ánimo en las peores circunstancias como se apreció ayer durante su visita a la escuela Eresby School para niños con dificultades de aprendizaje. Se le notaba esta natural empatía en cada gesto. Todos: muestras de cariño de doble sentido. Del Príncipe hacia sus pequeños anfitriones y viceversa. De los entusiastas niños a su real visitante, al que recibieron con enormes abrazos, tímidas sonrisas y simpáticas preguntas.
Antes el segundo en la línea al trono demostró su trato en su visita a pacientes desahuciados en el mismo hospicio que su madre visitó hace 18 años. El Príncipe, acompañado por su tía Sarah McCorquodale –hermana mayor de la princesa Diana–, pasó una hora conversando con los enfermos del centro St. Barnabas en Lincoln. Durante una clase de arte, el Príncipe bromeó acerca de sus ojeras. "Trabajé hasta tarde anoche, pero usted no tiene que mirarme tan de cerca," dijo. Le costó llegar tres horas debido a las inclemencias climáticas, pero mereció la pena. Su madre habría estado orgullosa.