Si Kate Middleton cumple con nota el perfil de Princesa, lo cierto es que Chelsy Davy se escapa a todas luces del modelo tradicional. Por ingresos familiares y educación, la novia del [príncipe Harry] gana puntos para ostentar un día el título real: Chelsy estudió en un renombrado colegio y, actualmente, asiste a la Universidad de Ciencias Económicas en Ciudad del Cabo. Además, su padre, Charles, dirige una lucrativa empresa de safaris en Zimbabwe, y su familia es considerada parte de la elite financiera surafricana. Sin embargo, los rumores que apuntan que su padre mantiene relaciones con el régimen del dictador Robert Mugabe y su imagen desenfrenada no son una buena baza para la novia de un Windsor.
Está claro que a Chelsy no le inhibe en absoluto el qué dirán. Y si a veces Harry está a la altura de su apodo de príncipe playboy, de ella se podría decir lo mismo en cuanto a playgirl, aunque no todavía en cuanto a Princesa. En cuyo caso, Chelsy podría convertirse en una pesadilla andante para una Familia Real empeñada en huir de las historias coloristas.
Desde su aparición como parte del elenco real, se ha producido un cambio sustancial en la cobertura mediática concedida a ambos Príncipes y a sus citas. Es como si, al irrumpir la neumática Chelsy, que antaño quería ser modelo, los reporteros reales decidieran que los romances de los Príncipes bien merecían la pena escribirse. Y es que Chelsy tiene precisamente los ingredientes que actualmente se requieren en una celebrity. "Cuando hoy en día hacemos el reparto de muchos culebrones -dice un ejecutivo de televisión-, buscamos a alguien que pudiera ser un diamante en el futuro, pero que todavía tiene que pulirse, y eso es lo que ella tiene. Cuando Chelsy baja de un avión, parece una estrella, pero, al mismo tiempo, comete errores: se presenta con ropa ligeramente inapropiada. Kate Middleton, no -ella lo hace todo bien".
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