El hijo menor de Carlos de Inglaterra, el príncipe Harry, prosigue su año sabático antes de iniciar sus estudios militares. El joven Príncipe siguiendo los pasos de su hermano, el príncipe Guillermo, se trasladó el pasado 13 de febrero a África, al pequeño reino de Lesotho, un país azotado por la pobreza, el sida y la sequía, para continuar con su plan de ayuda humanitaria.
Un orfanato africano
La decisión del [príncipe Harry] responde a su preocupación por la gente desfavorecida, con grandes problemas de salud y sin acceso a la educación. De esta forma, el hijo menor del príncipe Carlos continúa en África la cruzada que comenzara su madre, la princesa Diana, contra la plaga del sida... Atrás quedan aquellos años de Príncipe rebelde, sus problemas durante la adolescencia con las drogas y el alcohol -adicciones por las que fue duramente criticado en su país-... Un nuevo Harry se presenta al mundo.
En el continente africano, donde permanecerá hasta mediados de abril, el Príncipe colabora para el orfanato rural la Casa de Niños Mants'ase, de Mohales Hoek, ubicado a unos 100 kilómetros de la capital, Maseru. Vive allí junto a 25 compañeros, algunos de ellos portadores del VIH y prácticamente todos afectados, de una u otra manera, por esta enfermedad.
Una llamada de socorro
Una íntima experiencia que el Príncipe ha querido compartir para transmitir al mundo la situación precaria en la que se encuentran los habitantes de Lesotho. Harry, que hasta ahora había permanecido inaccesible a los medios de comunicación -su deseo de no ser asediado por los periodistas ha sido respetado durante toda su estancia en África-, atendió a la prensa en una sesión fotográfica. "Es un lugar desconocido para mucha gente. En Inglaterra se tendrían que dar cuenta de la situación que se vive aquí. Este país no recibe todavía suficiente ayuda".
Durante la sesión, el príncipe Harry, con el pelo al uno y vestido de manera informal -una camiseta caqui y unos pantalones de trabajo-, plantó un árbol con la ayuda de los niños del orfanato y reparó una valla metálica ante las cámaras de televisión. Instantáneas que recuerdan irremediablemente a aquellas que protagonizó su hermano, el [príncipe Guillermo], en la Patagonia chilena -en las que tala árboles con maestría y rapidez, los transporta, construye cabañas, friega los platos, y enseña a los niños inglés-. Asimismo, Harry explicó que pese a los grandes problemas que sacuden el país, sus habitantes son felices y que, personalmente, él también lo esta siendo junto a las personas con las que convive, con quienes ha jugado al rugby -una de sus pasiones- y ha disfrutado de una barbacoa. "Lo estoy pasando realmente muy bien, aprendiendo cómo es la vida de la gente de aquí".