EL IMPERIO Y LA REINA VICTORIA
Suceden a la reina Ana, Jorge I, (1660-1727), Jorge II, su hijo, que arrastró al reino a la Guerra de Sucesión de Austria, (1741-1748) y a la Guerra de los Siete Años (1756-1763); y Jorge III, (1738-1820), que era el primer miembro de los Hannover nacido y criado en Gran Bretaña. Él, también, llamado el Rey Loco, que tuvo como objetivo gobernar y reinar, en su delirio imperial, se apresuró a firmar la paz con Francia en la Guerra de los Siete Años, y fue demasiado exigente con los colonos norteamericanos.
Obstinación que provocó la pérdida de los territorios en Norteamérica, en (1775) y la Declaración de Independencia de los EEUU de América, en 1776. En sus últimos años de vida, el Rey perdió la razón y murió enajenado en su castillo de Windsor.
Ocuparon, entonces, el trono, su hijo Jorge IV, su hermano Guillermo IV, y, finalmente, su sobrina, Victoria.
La sombra de una Reina se extendió por el Planeta
La reina Victoria I, (1819-1901), -primera soberana que estableció su residencia londinense en el palacio de Buckingham- subió al trono a los 18 años y devolvió el prestigio a la corona instaurando una amplia política imperialista. En el plano religioso, fue muy tolerante y como jefe supremo de las Iglesias inglesas y escocesas evitó todo enfrentamiento entre ellas. Incluso, protegió a los católicos, los eternos perjudicados de la Inglaterra protestante.
Mantuvo, no obstante, un respeto escrupuloso por el modelo constitucional de la monarquía parlamentaria y la alternancia del Gobierno entre liberales y conservadores.
Su largo reinado en Gran Bretaña e Irlanda, -permaneció en el trono 64 años-, fue testigo del engrandecimiento del país y de la Commonwealth, con la colonización de la India, África, Australia, Nueva Zelanda y Canadá... Del florecimiento de la industrialización y de la burguesía y de la expansión colonial con la que su sombra quedó extendida por todo el planeta. Desde Inglaterra hasta las tierras más remotas, a través de la Marina británica; por todo el continente, a través de los matrimonios de sus hijas.
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Ocuparon, entonces, el trono, su hijo Jorge IV, su hermano Guillermo IV, y, finalmente, su sobrina, Victoria.
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Mantuvo, no obstante, un respeto escrupuloso por el modelo constitucional de la monarquía parlamentaria y la alternancia del Gobierno entre liberales y conservadores.
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