Procedente de la nobleza de Francia, de los Anjou-Plantagenet, destacó sobre todos los monarcas británicos Ricardo I, Corazón de León (1157-1199), el tercer hijo de Enrique II. Uno de los personajes más fascinantes de la historia universal y un hombre cuya vida se enmarca dentro de la historia y la leyenda.
Su mayor ambición, combatir para recuperar Tierra Santa, que estaba en manos del emperador Saladino, le llevó a emprender la Tercera Cruzada en 1190. No sin antes recurrir a su enorme habilidad política y militar para reunir la fortuna necesaria para armar un ejército de 8.000 hombres y una flota de 300 navíos. La empresa fue un fracaso, pero su valor en Tierra Santa le proporcionaría el sobrenombre de Corazón de León. Pasó la mayor parte de su vida fuera de Inglaterra, pero fue considerado como el mejor de los reyes, y pasó a la historia como un héroe legendario.
Lancaster y York: la rosa blanca y la rosa roja
Sucedieron a Ricardo Corazón de León en el trono: su hermano pequeño, Juan sin tierra, y Enrique III, hijo del rey Juan, que sumió al país en la ruina con su sueño de dominar Sicilia y Alemania; Eduardo I, que creó el principado de Gales, cuyo título quedó ligado al heredero de la corona inglesa; Eduardo II y Eduardo III (1337-1453), con el que dio comienzo la Guerra de los Cien años.
A la muerte de Ricardo II (1367-1400), se instaura en Inglaterra la casa de Lancaster -en su escudo llevaban una rosa roja-, con Enrique IV, que luchará durante décadas con los York -representados por una rosa blanca-. El pretendiente de los York, Eduardo IV, hace frente a los ejércitos de su rival y, tras vencerle y condenarle a muerte, accede al trono, en 1461.
Una página negra en la historia
Le sucede su hijo Eduardo V (1470-1485) que, cuando sólo es un niño, muere asesinado, junto a su hermano, a manos de su tío paterno, Ricardo III. Después de 30 años de Guerra Civil, Ricardo Plantagenet, duque de York, se hace con la corona y se convierte en Ricardo III.
Un monarca que, aunque sólo reinó dos años, protagonizó una de las páginas más negras de la historia de Inglaterra. Un monarca, también que, como narró Shakespeare en La tragedia del rey Ricardo III, pagaría muy cara su maldad cuando Enrique de Tudor desembarca en Gales, y le da muerte en la que fue la batalla definitiva de la Guerra de las Dos Rosas y el inicio de una nueva era, la de los Tudor.