DOS PRÍNCIPES PARA UN REINO
El Príncipe de Gales, Carlos de Inglaterra, (Londres-1948), el primer miembro de la familia Real británica con titulación universitaria, es, sin lugar a dudas, el Príncipe más culto en la historia de Inglaterra, pero, también, el que más quebraderos de cabeza ha dado a su madre. Su matrimonio de hadas, primero, con Diana de Gales; y su famoso y comentado divorcio, así como su amor eterno hacia Camila Parker-Bowles no le han dejado en muy buen lugar.
Carlos de Inglaterra fue valiente, aún a sabiendas de que iba a ser el gran perdedor, de que su mujer, la princesa Diana, mantendría para ella el corazón de los ingleses y no le dejaría nada. La princesa de Gales tenía ese poder. Era la reina de corazones. Lo demostró cuando puso en tela de juicio la capacidad de Carlos para suceder a su madre, la Reina, y no descartó la posibilidad de que Carlos de Inglaterra dejara paso libre a Guillermo hacia el sillón del trono. Diana dejó plantada su semilla para que sus conciudadanos, aquellos que la bautizaron con el nombre de la princesa del pueblo, vean a Guillermo, su primogénito, como un futuro Rey.
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