Carlos de Inglaterra fue valiente, aún a sabiendas de que iba a ser el gran perdedor, de que su mujer, la princesa Diana, mantendría para ella el corazón de los ingleses y no le dejaría nada. La princesa de Gales tenía ese poder. Era la reina de corazones. Lo demostró cuando puso en tela de juicio la capacidad de Carlos para suceder a su madre, la Reina, y no descartó la posibilidad de que Carlos de Inglaterra dejara paso libre a Guillermo hacia el sillón del trono. Diana dejó plantada su semilla para que sus conciudadanos, aquellos que la bautizaron con el nombre de la princesa del pueblo, vean a Guillermo, su primogénito, como un futuro Rey.
DOS PRÍNCIPES PARA UN REINO
Carlos de Inglaterra fue valiente, aún a sabiendas de que iba a ser el gran perdedor, de que su mujer, la princesa Diana, mantendría para ella el corazón de los ingleses y no le dejaría nada. La princesa de Gales tenía ese poder. Era la reina de corazones. Lo demostró cuando puso en tela de juicio la capacidad de Carlos para suceder a su madre, la Reina, y no descartó la posibilidad de que Carlos de Inglaterra dejara paso libre a Guillermo hacia el sillón del trono. Diana dejó plantada su semilla para que sus conciudadanos, aquellos que la bautizaron con el nombre de la princesa del pueblo, vean a Guillermo, su primogénito, como un futuro Rey.