La ampulla, de oro, data aproximadamente de el siglo XIV (1661) y es una vasija hueca (la cabeza se desenrosca) con forma de águila. Contiene el aceite santo usado en la ceremonia de coronación. Juramento que viene anunciado por el arzobispo de Canterbury, que es el encargado de ungir al Soberano poniendo su mano sobre la cabeza, las manos y el pecho del elegido. El aceite de la unción simboliza la bendición de dios al Monarca. Al parecer, y según una leyenda, una virgen se apareció ante San Tomás Bécket (1170) entregándole una águila de oro con aceite para la unción de los Reyes de Inglaterra. La ampulla desapareció durante dos siglos y reapareció para la coronación de Enrique IV, en 1399. El aceite original continuó usándose hasta la coronación de Carlos I (1625), después de que la reina Elisabeth I se quejara del olor que tuvo que soportar durante la Gran Ceremonia.
Se cree que la cuchara data del siglo XII (existen evidencias de que fue usada en la coronación del rey Juan en 1199) y es, de todas las insignias, la pieza más antigua. El aceite de la ampulla se vierte sobre la cuchara durante la ceremonia de coronación. Hecha de plata dorada, consta de cuatro perlas y se cree (tiene elementos bizantinos) que ha sido esmaltada en la Edad Media.
Antes de la ceremonia de coronación, la Orbe, que representa la Cristiandad sobre la tierra, es presentada al Soberano como el defensor de la fe. Tiene forma de esfera hueca y está adornada, sobre una base de oro, con piedra preciosas y perlas.
Las esferas también llamadas orbes son colocadas por el arzobispo en la mano derecha del soberano y luego son llevadas nuevamente al altar. Uno de los Orbes se realizó para la coronación del rey Carlos II y simboliza la soberanía cristiana en la tierra. El segundo orbe fue hecho para la reina María II. Las dos esferas se colocaron sobre el féretro de la Reina Victoria en sus exequias.
La colección de vajillas y utensilios expuestos son un fiel reflejo de la importancia de los grandes banquetes que tenían lugar después de la coronación. Auténticas obras de arte decoraban las mesas de las celebraciones. Curiosos y característicos utensilios componían las vajillas de los reyes: calientaplatos ornamentados y compuestos por lámparas de alcohol, saleros representando importantes obras arquitectónicas, caddinet o guardacubiertos de mesa para los miembros de la Familia Real o de la alta nobleza; enfriadores de vino que acompañaban todo el despliegue protocolario y necesario para los ritos de la degustación, cálices de oro, etc.