Colocado en el suelo de la sala de la televisión de los Burrell hay un cesto de mimbre que rebosa de cartas de buenos deseos. "Hemos recibido más en un día que la Reina. De los cientos que hemos abierto, sólo una era en contra, lo que es halagador. Aquí hay una típica: 'Estamos encantados de que se haya demostrado que usted es inocente de esos terribles cargos. Estoy segura de que la princesa estará sentada en su nube sonriéndole...'".
Reflexionando más profundamente, recalcando las razones de la acusación, Paul dice: "Bien podrían proceder del motivo de que yo estaba más unido a la princesa de lo que debería haber estado". ¿Más unido, quiere decir él, de lo que la familia Spencer sentía que Paul Burrell debería haber estado? "Más o menos eso. Vea usted. La Reina me dijo y esas fueron sus palabras : 'Nadie ha estado tan unido a un miembro de mi familia como usted, Paul'". "Quizá admite él a ningún ajeno se le volverá a permitir ahora esa proximidad. Creo que palacio quizá estrechará la seguridad y puede ser que algunos miembros de la Familia Real estarán más distantes". Paul comenta ahora: "En primer lugar, nunca, ni por un momento, me arrepentí de entrar en la vida de palacio. Volvería a hacerlo. Yo era un chico de clase obrera; fue una oportunidad maravillosa y me proporcionó una vida muy buena; de hecho, siento que ya he vivido dos vidas en una".
Su vida en Palacio
"Durante once años como lacayo al servicio de la Reina me encargué de todo, desde los pequeños dogos transportar toneladas de equipaje de una residencia real a otra. Todo lo que la Reina pudiera desear, desde el té Earl Grey a su mermelada favorita con grandes trozos de cáscaras, era responsabilidad mía". Las pequeñas habilidades del oficio palaciego como servir bollitos calientes enroscados (nunca cortados) en mitades las pasó más tarde al público en su libro, Entertaining With Style (Entretener con estilo). "En el Tribunal dice Paul salió a la luz que la acusación no tenía ni idea de que yo siquiera hubiera escrito eso ni tampoco de cómo había conseguido el dinero que tenía en mi cuenta corriente. Con los ingresos de ese libro compramos nuestra casa, aunque con hipoteca. Ellos pensaron que yo había estado vendiendo objetos reales, pero nunca enajené nada de lo que recibí de la princesa. Nada de lo que hay aquí se venderá nunca. La lealtad es mi segundo nombre, y a pesar de lo que se dijo en el Tribunal, lady Sarah (McCorquodale, hermana de Diana) debe haber sentido que ella podía confiar en mí cuando la princesa murió y nosotros estuvimos repasando juntos su guardarropa".