La Reina Madre sufrió ayer una aparatosa caída que le causó varios cortes en el brazo. Un incidente que, pese a lo que muchos pudieran pensar, no evitará que la reina Elizabeth asista mañana viernes al funeral de su querida hija, la princesa Margarita -[la más triste de las princesas]-, para despedirse de ella por última vez.
Antes ya de este último susto, le habían sugerido e, incluso suplicado, sus familiares más directos, la reina Isabel II y el príncipe [Carlos de Inglaterra], que no viajara dado su frágil estado de salud. Arrastra, de hecho, una afección respiratoria, que le ha impedido participar en actos públicos desde hace dos meses.
Sin embargo, y a pesar del intenso dolor que le acarrean las heridas del brazo, la [Reina Madre] está plenamente decidida a dar su último adiós a la [princesa Margarita], su hija más joven. Una firme determinación que la [Familia Real inlgesa] asume con reticencia y cierto temor ante la posibilidad de que pudiera sufrir un nuevo percance.
Al parecer, la Reina Madre, que se encontraba sola en una de las magníficas habitaciones de su residencia de Sandringham, tropezó cuando se disponía a levantarse de la silla en la que estaba sentada.
El golpe alertó al servicio, que permanecía en el cuarto contiguo al de la reina Elizabeth, y, en seguida, se apresuró a socorrerla.
Atención médica
El doctor Ian Campbell, cuyo hospital quirúrjico se encuentra en Snettisham, cerca de Sandringham, atendió a la Reina Madre y curó la herida de su brazo. Y, como precaución, también se requirieron la asistencia de un médico naturalista.
"El doctor recibió una llamada de emergencia procedente de la residencia real de Sandringham para atender a la Reina Madre. Durante alrededor de una hora y 40 minutos, el doctor Campbell estuvo reconociendo a la Reina Madre y tratando las heridas que le había causado la caída", declaró uno portavoz del servicio de ambulancias.