A diferencia de los últimos años, el tiempo no ha acompañado esta vez en las celebraciones del Día de la Reina. Como si recordara el cielo y llorara a las víctimas del atentado acontecido el año pasado en tan señalada ocasión, una persistente lluvia ha acompañado hoy esta jornada festiva en la que los holandeses celebran un nuevo año de reinado de la reina Beatriz (30 nada menos) y muestran su cariño y respeto por la Familia Real holandesa.
Los Orange tampoco se han olvidado de las víctimas. Todos acudieron ayer –víspera del Día de la Reina- a Apeldoorn para asistir a la ceremonia de inauguración del monumento en su memoria. La Reina, acompañada del Alcalde de dicha localidad, Fred de Graaf, fue la encargada de descubrir la obra del artista Menno Jonker, situada a escasos metros del lugar en el que se produjo el atropello intencionado, que costó la vida a ocho personas, incluido el homicida, durante el desfile de los miembros reales por las abarrotadas calles de Apeldoorn. A continuación, los asistentes al acto, entre los que se encontraban víctimas del atentado, familiares de los fallecidos así como miembros de los servicios públicos que intervinieron el día de los hechos, guardaron cinco minutos de silencio. Durante todo el homenaje, los miembros reales se mostraron muy consternados.
Hoy los Orange han puesto al mal tiempo buena cara. La Reina ha celebrado su día en familia y bajo la lluvia en las localidades de Wemeldinge y de Middelburg, en la provincia de Zeelandia. Los miembros de la Casa Real llegaron con un pequeño retraso a bordo de un autobús al pueblo turístico de Wemeldinge, donde fueron recibidos por Karla Peijs, Comisaria de la Reina en la provincia de Zeelandia, y por el Alcalde de la localidad, Siebe Kramer. La Reina recibió un ramo de flores mientras un grupo de escolares cantaron el himno de la localidad, llamado Weumelinge lied. El Alcalde agradeció a los Orange su presencia y se lamentó de que la lluvia no hubiera hecho una tregua. Tras ello, la Familia Real recorrió las calles del pueblo donde los vecinos enseñaron a la comitiva real diversas tradiciones propias de esta zona como el antiquísimo juego Tééle-steken, o el lanzamiento de jarras de cervezas, en el que la princesa Máxima demostró tener una gran destreza.
En Middelburg, capital de la provincia, el número de espectadores fue mucho mayor. La Familia Real fue recibida en la plaza principal por el Alcalde de la ciudad, Koos Schouwenaar. Delante del monumento en honor de la reina Emma, la Reina y las Princesas recibieron un ramo de flores de la mano de nueve niños que habían participado en un concurso para tener dicho honor. A continuación, la Familia Real visitó el centro histórico de la ciudad, donde los ciudadanos habían organizado un sinfín de actividades lúdicas. Como no podía ser de otro modo tratándose de una ciudad dedicada en gran parte a la pesca, los vecinos mostraron a los Orange cómo se pescan gambas o cómo se arregla una red de pesca deteriorada.
Las únicas ausencias del día han sido las del príncipe Maurits y su mujer, la princesa Marilène, que no han podido formar parte de la partida al encontrarse en Alemania con motivo de la celebración del funeral por el alma de Carl Friedrich zu Löwenstein, gran amigo de la familia e hijo mayor del padrino del príncipe Maurits.