Holanda se puso en marcha en el Día del voluntariado. Más de cien mil holandeses se convirtieron en voluntarios por un día y realizaron más de tres mil actividades sociales de todo tipo a lo largo y ancho del país. Los Orange se pusieron también manos a la obra, que, en su caso, consistió en adecentar un antiguo jardín infantil de la localidad de Nieuwegein. Los miembros de la Familia Real holandesa, cambiaron sus galas por un chaleco blanco y el cetro y las coronas por brochas, escaleras y botes de pinturas y se pusieron a pintar las paredes del cobertizo del recinto, a decorar las diversas instalaciones recreativas o incluso a pulir y a taladrar las vallas del jardín.
La Reina, acompañada por las princesas Marilène y Annette, así como por su hijo el príncipe Constantino, se dedicó a pintar y decorar la pared de bienvenida del recinto. Pese a que disponían de un modelo en el que basarse, la Reina quiso dejar su impronta e improvisó dos hojas de árbol, algo que según su hijo mejoró el conjunto. La princesa Aimeé pasó la mañana dentro del cobertizo del jardín realizando una señal para el parking del recinto, mientras la princesa Laurentien se dedicó a una dura tarea: lijar los diferentes bancos y trenes de madera, preparándolos así para pintarlos. De este trabajo, se encargaron los sobrinos de la Reina, Maurits, Bernardo y Floris, que no pararon de bromear durante toda la actividad.
La princesa Máxima, que pintó los muros del cobertizo del jardín, quiso subrayar delante de la prensa la importante labor que desempeñan los voluntarios en la mejora de las condiciones sociales de muchos ciudadanos. Por su parte, el príncipe Guillermo afirmó que haber realizado una tarea en grupo con su familia había sido "muy agradable". Los Orange terminaron el día tomando un reconfortante café que compartieron con los voluntarios que habían colaborado con ellos durante la mañana. Todos felices y contentos. Recompensa del trabajo bien hecho.
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