Matilde de Bélgica y Máxima de Holanda: compañeras y grandes amigas
Las buenas relaciones entre ambas trascendieron la inauguración de la exposición ‘Rogier van der Weyde 1400-1464. La Pasión del Maestro’ en el nuevo museo M de la ciudad belga de Lovaina
Las princesas Matilde y Máxima volvieron a protagonizar ayer un acto conjunto: la inauguración de la exposición Rogier van der Weyde 1400-1464. La Pasión del Maestro. Esta muestra se encuadra dentro de los actos festivos que celebran la inauguración de M, el nuevo museo de la ciudad belga de Lovaina. Además de la exposición sobre Rogier van der Weyden, considerado junto a Jan Van Eyck como el más importante pintor del Sur de los Países Bajos en el siglo XV, el museo ofrece también una retrospectiva del pintor belga Jan Vercruysse, así como una relevante colección permanente de más de 46.000 piezas.
Ni es nuevo este tipo de colaboraciones entra ambas Princesas, ni tampoco el compañerismo y amistad que trasciende en cada una de ellas. Son, de hecho, las Herederas que se han mostrado más cercanas y unidas en sus encuentros públicos y privados. Tal vez por la proximidad geográfica, histórica y económica de sus respectivos reinos; tal vez por la magnífica relación que ha existido desde siempre entre sus esposos, Felipe de Bélgica y Guillermo de Holanda, y seguro que por sus muchas coincidencias que las hacen parecer casi gemelas. La ocasión permitió constatar nuevamente la buena sintonía entre ambas y su parecido en cada pose de las Herederas belga y holandesa al saludar, al cortar el lazo de honor, y al firmar en el libro de honor de la exposición y ser testigos de confidencias, risas, bromas, atenciones continuas y más risas y más gestos de aprecio de una hacia la otra entre los que se desarrolló el acto.
Fueron guiadas por las salas de la exposición, que ocupa más de mil metros del nuevo edificio que aloja el museo M, diseñado por el arquitecto Stéphane Beel. El propio Beel, acompañado del Alcalde la ciudad, Louis Tobback, fue el encargado de explicar a las Princesas los secretos de la ambiciosa exposición de más de cien obras maestras de Rogier van der Weyden, así como de sus contemporáneos, procedentes de las más importantes colecciones europeas y estadounidenses. Alguna de las piezas expuestas llamó especialmente la atención de las ilustres visitantes como el Santo Entierro de la ciudad de Zinnik que, por primera vez, se puede contemplar fuera de la Iglesia de San Vicente, donde se conserva desde el siglo XV o los Siete Sacramentos que Van der Weyden pintara para el Obispo de Doornik y que está considerado como una de las obras de arte claves de su época, al aunar de forma brillante emociones, reflexiones teológicas y escenas de la vida cotidiana de alrededor de 1440.