Este jueves, la localidad burgalesa de Lerma esperaba con expectación a doña Letizia. La esposa del rey Felipe se trasladaba hasta la localidad burgalesa de Lerma para presidir el acto de inauguración de la exposición de arte sacro Las Edades del Hombre, que en la presente edición lleva por título Angeli y que podrá disfrutarse en la Iglesia Colegial de San Pedro y en el Monasterio de la Ascensión del Señor entre los meses de abril y noviembre del presente año.
A su llegada, la reina Letizia era recibida en medio de una gran multitud. Centenares de personas se daban cita en los aledaños del tempo para saludarla y verla en persona. Y ella respondía con su habitual sonrisa y numerosos gestos de cariño antes de saludar a las autoridades que se habían congregado para darle la bienvenida. Entre ellos se encontraba el presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera; el ministro de Cultura, José Guirao; el presidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez; el presidente de la Fundación las Edades del Hombre y obispo de Ávila, José María Gil Tamayo; y el arzobispo de Burgos, Fidel Herráez.
Doña Letizia, quien para la ocasión optó por un abrigo que estrenó en 2005 y un pantalón que se hizo viral el año pasado, recorrió entonces varias de las localizaciones de esta decimocuarta edición de la exposición de arte sacro que ya ha recorrido anteriormente lugares como Ávila, Ciudad Rodrigo, Segovia o Salamanca. Mientras, el comisario de la exposición procedía a explicarle algunas de las piezas que forman parte de esta gran muestra. Tras el recorrido, la esposa del rey Felipe firmó en el libro de honor y recibió el primer catálogo de la exposición. Fue a su salida donde tuvo lugar las dos anécdotas de la jornada, una de ellas protagonizada por la propia reina Letizia.
La Reina y su abrigo de princesa, 14 años después
Muy atenta con los ciudadanos apostados en el exterior de la iglesia y del monasterio, doña Letizia comenzó a saludarles y a responder así a todas y cada una de las muestras de cariño que estaba recibiendo, estrechando la mano a unos y otros y parándose a conversar con algunos de ellos, entre los que se encontraban niños y mayores. En un momento dado del baño de multitudes, una mujer saharahui emitió el grito de alegría característico de su pueblo, algo que llamó la atención sin duda de los allí presentes.
Poco después, y mientras continuaba saludando a unos y a otros, la reina Letizia se dio cuenta de que a una de las personas allí congregadas se le había caído su bastón al suelo, el mismo con el que se ayudaba para caminar. Ni corta ni perezosa, la esposa del rey Felipe no dudó en agacharse para recogerlo y devolvérselo a su propietaria. Una vez terminado el acto oficial en la localidad burgalesa de Lerma, doña Letizia abandonó el lugar en coche en medio de los vítores y saludos de la gran multitud de público que quiso acompañarla también al final de su visita.