El 20 de diciembre de 1963 vino al mundo en Madrid la primera hija de los príncipes de España, Juan Carlos y Sofía, una pareja de recién casados que recibía a su primogénita con suma alegría pero con grandes incertidumbres sobre su propia vida y la de su hija. El feliz acontecimiento tuvo lugar en el madrileño Sanatorio de Loreto, era una fría jornada prenavideña y dos días después el NODO mostró por primera vez al mundo el rostro de la recién nacida y anunciaba el nombre de la pequeña, Elena, como homenaje al país de su madre. Han pasado 51 años y hoy ese bebé es la hermana mayor del Rey de España. Doña Elena cumple 51 años afrontando una vida nueva, junto a sus dos hijos a los que adora, con un trabajo que le aporta grandes satisfacciones y cerrando un año 2014, el de su medio siglo de vida, que le ha traído muchos momentos familiares emocionantes, algunos tristes y otros muy felices e históricos.
Este cumpleaños, el primero que la infanta Elena celebra fuera del ámbito de la Familia Real a la que dejó de pertenecer hace justo seis meses, lo pasará acompañada de sus dos hijos. Ambos disfrutan ya del parón navideño de sus estudios que este año les obliga a vivir lejos de su madre. Para la Infanta no hay mejor celebración que pasar el día con Felipe, quien está siguiendo el curso escolar en el internado Sagrada Familia de Sigüenza, en Guadalajara, y con Victoria Federica, quien continúa con su formación en el colegio Mayfield St. Leonard's en Inglaterra. Así lo ha celebrado en los últimos años, alargando además los días de convivencia con sus hijos hasta la Nochebuena. La Navidad ha sido tradicional hasta ahora que los niños la pasen con su padre y toda la familia Marichalar.
La infanta Elena cumple los 51 a la vez que cierra un año 2014 muy especial para ella y toda su familia. El año ha estado repleto de momentos inolvidables. Los más importantes, sin duda, los vividos en torno a la abdicación de su padre y la proclamación como Rey de España de su hermano Felipe. La Infanta vivió en primera linea con gran emoción la firma del decreto de abdicación de Juan Carlos I el pasado 18 de junio en el Palacio Real.
Y en la retina de todos quedaron grabadas las lágrimas que doña Elena no pudo evitar derramar en el instante en que su madre, la reina Sofía, era aclamada y largamente aplaudida en el Congreso de los Diputados al recibir el agradecimiento de su hijo. La ovación de los representantes de la Soberanía Nacional era el reconocimiento de todo un pueblo a su inestimable labor durante los 39 años de reinado de Don Juan Carlos.
Todos estos acontecimientos han marcado un 2014 inolvidable para Elena de Borbón. Cuando hace ahora un año, con motivo de su 50 aniversario, concedió una entrevista a la Agencia Efe, pareciera como si la Infanta se imaginara algunas de las cosas que nos iba a deparar este período. En esas declaraciones hacía balance de su vida y dejaba constancia de su afán por servir a España y a la Corona: “He estado y sigo dispuesta a representar a España y al Rey: Siempre. Nunca he puesto ni pondré inconvenientes”, decía doña Elena, a la vez que dedicaba palabras de admiración para sus padres, destacando del rey Juan Carlos “la cultura del esfuerzo” y de la reina Sofía que es “un ejemplo de saber estar y hacer”.
Con el paso de los años, la infanta Elena ha ido definiendo y consolidando su carácter y su forma de ser. Es una mujer de férrea voluntad, tenaz, que nunca pierde la compostura ni la dulce sonrisa que la caracteriza. Con los años se ha convertido en una mujer muy elegante y en una madre ejemplar que antepone las necesidades de su familia a todo lo demás.