Doña Letizia 4.0: la nueva versión de la Princesa de Asturias a los cuarenta
Hay momentos en la vida en los que nos dejamos llevar y vivimos a la deriva, hay otros en los que se nos revela nuestra misión trascendental en una conversación, un acontecimiento o un cumpleaños. La llegada a los cuarenta de doña Letizia marca un antes y un después en su imagen pública como Princesa de Asturias. Ha supuesto un cambio, pero ni el primero ni el único. La princesa Letizia se reinventa cuando la ocasión lo exige. Se rediseña, evoluciona y se adapta con camaleónica maña a las circunstancias como hemos ido comprobando a lo largo de estos ocho años de su matrimonio con el príncipe Felipe. Primero en su transición de periodista a novia oficial del Príncipe. Renunció a su prometedora carrera periodística por amor y, antes de abrazar una nueva profesión al servicio de todos los españoles, se formó, se entrenó y se corrigió limando algunos aspectos de su fuerte personalidad para desempeñar en un segundo plano el nuevo papel. Segundo, como esposa del Príncipe de Asturias, ha acercado al príncipe Felipe al pueblo y juntos forman el tándem perfecto para llevar un día las riendas del país. Tercero, como madre de Infantas y de la futura Reina de España, otra misión cumplida. Y cuarto, como puntal del futuro de la institución junto al Heredero.
Cuatro grandes etapas en las que doña Letizia se ha redefinido siendo fiel a sí misma. De anteriores versiones conserva la esencia. Su máxima prioridad es la familia. Reserva todo el tiempo libre del que dispone para hacer vida normal con su marido y sus hijas y planea actividades especiales para los fines de semana como salidas culturales, senderismo por la sierra madrileña con la llegada del buen tiempo... También apuesta por la vida sana. Doña Letizia disfruta haciendo ejercicio y especialmente el deporte de moda: Zumba, una fusión de pasos de baile y fitness al ritmo de salsa, que practica varias veces a la semana con un entrenador en Zarzuela. Una manera divertida de mantenerse en forma, ya que ayuda a tonificar el cuerpo, a ganar flexibilidad y a perder entre 800 y 2.000 calorías. Pero, cuando no tiene clase, no abandona sus entrenamientos. O bien acude por la mañana al gimnasio de Zarzuela o bien corre por los alrededores de palacio, mientras el príncipe Felipe practica mountain bike. Otro rasgo de su carácter: el perfeccionismo, que manifiesta en todas las facetas. Tanto en la personal como en la pública. Y, como hemos vuelto a comprobar con su ausencia en la cena de gala de los novios de Luxemburgo por motivos de trabajo, siempre antepone las responsabilidades al placer.