El príncipe Felipe palpita con la selección femenina de waterpolo
Y los demás 'royals' siguen cumpliendo sin descanso su apretada agenda olímpica
El Príncipe de Asturias debió de abandonar ayer Mallorca con una idea en mente: "Que por falta de apoyo no sea". Y no fue. Don Felipe decidió adelantar su viaje a Londres para animar a las chicas de waterpolo en su primera final olímpica y durante el histórico encuentro, en el que España consiguió en su debut olímpico la medalla de plata tras perder frente a Estados Unidos, el Heredero vibró como el mayor aficionado de todos. Animó hasta desgañitarse, celebró eufórico cada tanto y aun, con el reloj y el marcador en contra, siguió animando hasta el último momento. Al término del partido, el Príncipe de Asturias bajó a la piscina para felicitar por la plata a las chicas de la selección nacional de waterpolo con las que posó para una fotografía conmemorativa y declaró: "Lástima porque la medalla de plata siempre es una derrota, pero la proeza que han hecho llegando a la final ni lo hubieran soñado, así que hay que estar muy contentos. Hubiera sido más bonito ganar un oro. Lo importante es que han llegado a la final". Que nos quiten lo jugao (y lo ganao).
Próximamente el príncipe Felipe no estará sólo y celebrará los triunfos de España y sufrirá sus derrotas a dúo o a trío, ya que en breve la Reina y la Princesa de Asturias se unirán al Heredero y al resto de royals que siguen cumpliendo su apretada agenda olímpica en las gradas. La Duquesa de Cambridge ha animado día sí y día también a su equipo. Es una habitual de los Juegos Olímpicos de Londres como lo ha sido desde el principio Alberto de Mónaco, con el que coincidió en la competición de natación sincronizada. Se saludaron muy cariñosamente y compartieron alguna que otra confidencia durante el transcurso de la prueba. Y es que, además de las bodas, los bautizos, las comuniones y los cumpleaños reales de turno, la gran familia de la realeza aprovecha las Olimpiadas para reunirse y disfrutar juntos de la emoción de los Juegos. Y en estos no han faltado ni encuentros por sorpresa, ni saludos afectuosos, ni competiciones reñidas en las gradas de quién anima más a sus atletas.
Se disputaron el oro al mejor animador Carlos Gustavo y Silvia de Suecia, que subieron considerablemente los decibelios del estadio, con la Familia Real danesa, que tenía en sus filas a un peso pesado difícil de batir en el entusiasta príncipe Christian. Tanto él como su hermana festejaron eufóricos, con brazos arriba y exclamación de satisfacción, cada triunfo de su equipo. Así que no cuesta nada imaginar que los niños disfrutaron de lo lindo al acompañar a su padre, el príncipe Federico, a la villa olímpica, donde cumplieron su sueño de conocer personalmente a sus héroes con quienes el pequeño posó a lo Usain Bolt. Y aún queda lo mejor.