Cada una en un continente y seguramente debido al cambio horario, cuando una de ellas estaba durmiendo la otra trabajando y viceversa. Las infantas Elena y Cristina, cada una con su personal estilo y con el compromiso con la cultura española como motor, salieron a uno de los eventos programados en su ajetreada agenda el mismo día, aunque en lugares muy diferentes del Globo. La infanta Cristina reside ahora en Washington, ciudad a la que se ha trasladado con toda su familia, y en la que asistió a una recepción para inaugurar una muestra sobre el hiperrealismo religioso español del siglo XVII.
Con el título Lo sagrado hecho real, la National Gallery of Art mostrará una selección de esculturas y pinturas del barroco religioso español, que la hija de don Juan Carlos calificó de “magnífica”. “Está muy trabajada, con muchos detalles y es realmente un honor poder inaugurarla” aseguró la Infanta a la agencia EFE. Con un sencillo vestido en color rojo combinado con una torera en negro, la infanta Cristina mostró una vez más esa discreta elegancia que la caracteriza.
Lo mismo que hizo su hermana, doña Elena, aunque estaba a miles de kilómetros. Su conjunto de falda y chaqueta fue de un color más oscuro, marrón con rayas verticales, que completó con un pañuelo beige al cuello; además llevaba el pelo recogido en uno de esos rizados peinados que tanto le favorecen. Acompañada del ministro de Educación, Ángel Gabilondo, entre otras personalidades, doña Elena visitó el Salón Internacional del Estudiante y la Oferta Educativa, en IFEMA (Madrid).
Entre las múltiples novedades, la Infanta se interesó por los avances en el programa Pizarra Digital, cuya implantación se ha hecho de forma pionera en la comunidad de Aragón.