El príncipe Felipe y la princesa Letizia pusieron rumbo ayer a Rumanía en su última visita oficial al extranjero antes de dar carpetazo a su agenda con motivo de sus vacaciones de verano. Emprendieron este viaje con las maletas cargadas de propósitos: respaldar las inversiones españolas en dicho país y potenciar las relaciones bilaterales. Aparte de los objetivos, también los zapatos tuvieron su protagonismo en el equipaje de los Príncipes de Asturias.
Doña Letizia volvió a sorprender tras la pasada audiencia a los participantes del programa Becas Europa, Universidad Francisco de Vitoria en el palacio de la Zarzuela, en la que se quitó los tacones, combinando durante su visita a Rumanía ambas alturas, el taconazo de doce centímetros de sus peep toes y sandalias de siempre y la planicie de las manoletinas, según la ocasión. Hay quien considera que, siguiendo las huellas chic de Carla Bruni, las bailarinas podrían convertirse en la prenda reina del guardarropa de la Princesa; otros que los letizios tienen aún larga vida. Ella pondrá el último paso.
Pasó en este viaje del plano al tacón en el plazo de un vuelo. Se fue con manoletinas y aterrizó con sus acostumbradas sandalias. Los Herederos fueron recibidos a su llegada a Bucarest por el Presidente rumano, Traian Basescu, y su esposa, María Basescu, con quienes mantuvieron un encuentro privado. En esta primera jornada de su estancia de tres días, los Príncipes realizaron una ofrenda floral ante la tumba del Soldado Desconocido y, como broche de oro, a una cena oficial organizada en su honor. La visita, que concluirá mañana, comprende, entre otras actividades, encuentros con el Primer Ministro de ese país, Emil Boc, así como con otras autoridades y personalidades. Según fuentes diplomáticas españolas, los intereses prioritarios de España en las relaciones con Rumanía se centran en la emigración, la cooperación policial y las inversiones.