Se cumple este viernes el quinto aniversario de boda de los Príncipes de Asturias. Cinco años desde aquel histórico 22 de mayo de 2004 en el que don Felipe y doña Letizia se convirtieran en marido y mujer. Desde que triunfara el amor y también a su costa, contra pronóstico de algunos, la Monarquía. Hoy, un lustro después del matrimonio del Heredero del trono de España con una mujer con un perfil diferente al esperado, la corona está mejor ajustada que nunca. Bien prendida por el impecable trabajo de los Reyes en la causa de España y mejor encajada por la labor en equipo de los Príncipes. El tándem ha funcionado. La fórmula del éxito ha sido precisamente el mutuo enriquecimiento. Una transformación conjunta: él ha salido a la calle y ella ha interiorizado su papel oficial. Don Felipe es el Príncipe de siempre, pero más cercano y abierto a raíz de conocer a su esposa, y la Princesa, la Letizia de siempre en esencia, es hoy una digna consorte. De los pies a la tiara.
Letizia, la Princesa, ha mudado definitivamente la piel a princesa Letizia. Dejó de ser periodista y presentadora de la segunda edición del Telediario de TVE, la de más audiencia, a ser en cuestión de horas la futura Princesa de Asturias, Reina de España y, también, futura madre de Reina. De ser una mera informadora de la actualidad, a ser la actualidad misma. El centro de la noticia. Se preparó para su nuevo papel con ilusión y entusiasmo, como anunció en su presentación como prometida del príncipe Felipe: "Entiendo la sorpresa que ha causado esta decisión a casi todos pero es una decisión madura, fruto de reflexiones muy intensas y sobre todo con el peso y la solidez del profundo amor que nos tenemos y del proyecto común que iniciamos. Desde muy joven soy periodista y hasta los 31 años, que tengo ahora, he ejercido mi profesión con ganas, con ilusión, con fuerza y de esa misma manera ahora afronto lo que ahora iniciamos, con responsabilidad, con ilusión y con vocación de servicio a España”. Ha trabajado duro en este tiempo y con el firme compromiso en mente de “hacerlo como los españoles quieran que lo haga”. Pues bien, aunque se puede decir que desde hace tiempo doña Letizia calza zapatos de cristal, también que ahora no quedan resquicios de otra distinta a la Princesa de todos los españoles.
El príncipe Felipe sabía desde el principio que iba a estar a la altura del cargo. Que cumpliría con su destino. “Tengo la seguridad de que Letizia reúne todas las cualidades y capacidades necesarias para asumir las responsabilidades y funciones como Princesa de Asturias y como futura Reina de España”. No obstante, tampoco ha sido fácil. El camino hasta aquí ha tenido sus piedras. Han sorteado críticas y bulos de infertilidad, de anorexia... Rumores hechos añicos hoy por la realidad. Aquellas mismas voces que acogieron ayer con escepticismo a la Princesa, ahora callan con un punto en la boca al haber descubierto su potencial y el enorme cariño que, en pago a su entrega, le profesan los españoles. Doña Letizia, que combina con maestría el ejercicio de Princesa consorte con el vuelo en solitario, ha compartido en este lustro las alegrías y las tristezas de los ciudadanos en más de 600 actos oficiales públicos, la mayoría acompañando al Príncipe. La Heredera ha conseguido salir reforzada como ser humano del duelo de la tragedia, pero sobre todo de la experiencia de la maternidad, con los nacimientos de la infanta Leonor -segunda en la línea de sucesión al Trono tras su padre- y la infanta Sofía, y de saberse querida. También lo ha logrado como miembro de la Familia Real española. Y, ahora, tras cinco largos años nada fáciles se presenta como una Princesa en su plenitud.