'La nueva' Princesa de Asturias
Acompañó al Príncipe al Teatro Real dejando ver con esta última puesta en escena que ha remontado el umbral del dolor y que sabe lo que realmente importa en la vida
Cuando apenas faltan dos meses para que celebre haber llegado a los 82 años en plena forma, la bailarina rusa Maya Plisetskaya rindió tributo a la danza en un acto presidido por los Príncipes de Asturias, en el Teatro Real de Madrid.
Don Felipe y doña Letizia entraron en el vestíbulo del Teatro con el ministro de Cultura, César Antonio Molina, - les esperó en la plaza de la Ópera- y fueron recibidos a su llegada por Maya, la artista homenajeada.
Instruida por las experiencias de la vida, dulce, tierna, fuerte, alegre..., Plisetskaya saludó a los Príncipes con el máximo respeto, pero también con enorme cariño. Maya no quiso esperar a subir al escenario para hacer "un bis" con sus "anfitriones". No se oyó su voz, pero lo dijeron todo sus ojos y en unos segundos les cubrió de piropos.
La experiencia de la maternidad
La Princesa de Asturias, de nuevo impresionante, confirmó de alguna forma con esta última aparición lo que empezó a intuirse en la cena de despedida que tuvo lugar en el palacio de la Almudaina de Mallorca a finales de agosto: que ha sido capaz de remontar el umbral del dolor y que puede separar lo que no sirve para hacer valer lo que realmente importa en la vida.
Doña Letizia ha conseguido salir reforzada como ser humano del duelo de la tragedia; pero sobre todo de la experiencia de la maternidad y de saberse querida. Aunque a veces lo parezca, nada es gratuito en la vida. La Princesa, que ya lo sabía, se nos presenta ahora, tras tres largos años nada fáciles como Princesa de Asturias, como una mujer más dulce, serena, reflexiva, y, también, un poco más atrevida, aunque ya se hubiera puesto en otras ocasiones tanto el vestido como las sandalias.
Después de un verano transformador, doña Letizia ha vuelto a protagonizar imágenes que traen a la memoria algunos de los momentos vividos más felices, pero en las que se aprecia, también como añadido, una nueva disposición ante su papel y su compromiso con la agenda del Príncipe.
Pisando fuerte, aunque sea unos centímetros detrás de don Felipe, doña Letizia fue ayer, de nuevo, "ella". Y lo fue desde su llegada hasta la despedida de una puesta en escena con la que se homenajeaba a la admirada bailarina -dirigió el Ballet Clásico Nacional de 1987 a 1990- Plisetskaya.
Recuerdos agridulces
Acompañada como siempre por su marido, el músico Rodion Scherdrin, Maya consiguió con su 'Ave Maya'-creada por Béjart para ella-, rendir a todo un auditorio. Un público exigente, pero absolutamente entregado a la actuación de esta "leyenda" galardonada con el Príncipe de Asturias -el año en el que doña Letizia no pudo asistir a la entrega de los premios, 2005- y "condecorada con el más grande todos los títulos: 'Prima ballerina assoluta'.
Una noche mágica en la que Plisetskaya compartió escenario con Tamara Rojo -también, Premio Príncipe de Asturias de las Artes 2005 y primera bailarina del Royal Ballet de Londres-, que bailó "Cinco valses", de Brahms y llevó al corazón de la Princesa algunos recuerdos agridulces.
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Don Felipe y doña Letizia entraron en el vestíbulo del Teatro con el ministro de Cultura, César Antonio Molina, - les esperó en la plaza de la Ópera- y fueron recibidos a su llegada por Maya, la artista homenajeada.
Instruida por las experiencias de la vida, dulce, tierna, fuerte, alegre..., Plisetskaya saludó a los Príncipes con el máximo respeto, pero también con enorme cariño. Maya no quiso esperar a subir al escenario para hacer "un bis" con sus "anfitriones". No se oyó su voz, pero lo dijeron todo sus ojos y en unos segundos les cubrió de piropos.
La experiencia de la maternidad
La Princesa de Asturias, de nuevo impresionante, confirmó de alguna forma con esta última aparición lo que empezó a intuirse en la cena de despedida que tuvo lugar en el palacio de la Almudaina de Mallorca a finales de agosto: que ha sido capaz de remontar el umbral del dolor y que puede separar lo que no sirve para hacer valer lo que realmente importa en la vida.
Doña Letizia ha conseguido salir reforzada como ser humano del duelo de la tragedia; pero sobre todo de la experiencia de la maternidad y de saberse querida. Aunque a veces lo parezca, nada es gratuito en la vida. La Princesa, que ya lo sabía, se nos presenta ahora, tras tres largos años nada fáciles como Princesa de Asturias, como una mujer más dulce, serena, reflexiva, y, también, un poco más atrevida, aunque ya se hubiera puesto en otras ocasiones tanto el vestido como las sandalias.
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Pisando fuerte, aunque sea unos centímetros detrás de don Felipe, doña Letizia fue ayer, de nuevo, "ella". Y lo fue desde su llegada hasta la despedida de una puesta en escena con la que se homenajeaba a la admirada bailarina -dirigió el Ballet Clásico Nacional de 1987 a 1990- Plisetskaya.
Recuerdos agridulces
Acompañada como siempre por su marido, el músico Rodion Scherdrin, Maya consiguió con su 'Ave Maya'-creada por Béjart para ella-, rendir a todo un auditorio. Un público exigente, pero absolutamente entregado a la actuación de esta "leyenda" galardonada con el Príncipe de Asturias -el año en el que doña Letizia no pudo asistir a la entrega de los premios, 2005- y "condecorada con el más grande todos los títulos: 'Prima ballerina assoluta'.
Una noche mágica en la que Plisetskaya compartió escenario con Tamara Rojo -también, Premio Príncipe de Asturias de las Artes 2005 y primera bailarina del Royal Ballet de Londres-, que bailó "Cinco valses", de Brahms y llevó al corazón de la Princesa algunos recuerdos agridulces.