El ópalo negro que ha regalado [don Felipe] a doña Letizia es el más raro y apreciado con talla cabujón y forma oval montado sobre un sencillo anillo de oro. Una gema que podría haber adquirido durante su ultimo viaje a Hungría pues era en una región húngara, hoy perteneciente a la ex Checoslovaquia- donde se encontraban los mejores yacimientos. El príncipe ha tenido en cuenta, al parecer, el pensamiento de los antiguos griegos que asociaban sus poderes y su belleza con la gloria y que fueron los que tomando la palabra upala (piedra preciosa) del sánscrito le dieron el nombre de "opalios". y, también la creencia oriental de que tener un ópalo -especialmente si el regalo lo ha hecho un ser querido- es poseer la llave de la esperanza, ya que la gema protege de todos los males a quien lo lleva y es garantía de lealtad.
La Reina de las piedras preciosas es, sin duda la más bella de las gemas pero también, a diferencia del diamante, infinitamente más valorado en el mercado actual, una piedra frágil y suave con escasa durabilidad, aunque ello no signifique que sea blanda. Sólo que puede romperse desatando lo que los joyeros llaman la "locura, o la mala suerte del ópalo". Una "definición" que, con el paso del tiempo, la ha convertido en una pieza "maldita" depositaria del símbolo de la mala suerte. Superstición que también se ha circunscrito, en otros tiempos, a la Familia Real española.
La Familia Real española y la leyenda del ópalo maldito
La historia comienza un día de otoño de 1877, apenas unas semanas antes de la celebración de las nupcias del rey Alfonso XII y la infanta María de las Mercedes. El Soberano recibe de las manos de un amigo un precioso ópalo como regalo de boda. La única gema en la que pueden verse todos los colores del arco iris en una increíble mezcla de luces; la reina de las piedras preciosas. El Rey se lo regala a su futura esposa montado en un anillo y ésta, prendada de la pieza, lo llevaría puesto desde entonces hasta el día de su muerte acaecida el 27 de junio de 1878.
A sabiendas de cuanto le gustaba esa joya a la Reina, Alfonso XII se la hace llegar a la abuela de María de las Mercedes, la reina María Cristina (cuarta esposa del Rey Fernando VII), quien días antes de morir, en agosto de 1878, decide legárselo a su otra nieta, la infanta María Cristina, que fallece también, poco después, en 1879. Tres muertes en apenas un año son demasiadas tragedias seguidas como para no entrar en valoraciones y en la corte española comienza a correr el rumor de que éstas han venido provocadas por el uso de un "ópalo maldito". Cuenta la historia que la piedra regresa a las manos del Rey y que éste la mantiene bajo su poder durante los siguientes seis años hasta que en su lecho de muerte (noviembre de 1885), se la entrega a su segunda esposa, la reina María cristina de Habsburgo, quien embarazada de su tercer hijo, el rey Alfonso XIII -nacería meses después de morir su padre- decide donarlo a la Virgen de la Almudena. La misma virgen ante la que contraerían matrimonio los Príncipes de Asturias el pasado 22 de mayo.